jueves, 15 de junio de 2023

Como encontrar la horma de tu zapato


 


Yo puedo andar como bola sin manija pero no soy insensible a las epifanías y ayuntamientos que se dan a mi alrededor: este cajón y esta mesa estuvieron separades por años: ella en el taller de Vasalisa en lo de Mabel, él perdido en mi casa de Río Cuarto, clavado en la pared de la expieza de Magda cuando Magda se mudó, con esa flor flamenca, con adoritos y cositas encima. 

Cuando la mesa volvió a mí (era de mi vieja), allá en Obligado, ni me avivé de la pertenencia. Cuando traje a ambos hacia esta casa se ve que se fueron atrayendo: él estuvo un tiempo arriba de la heladera medio al pedo, ahora estaba encima de ella con revistas, una agujereadora, sahumerios, cosas suletas, haciendo de cajón práctico pero sin que yo me avivara de que sus guías estaban ahí mismito debajo del tablón. Recién hoy, moviendo libros y adornos por mis estantes nuevos, dudé en probar si iba. Probé. Y sí, iba.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...