Me compré La gotita y me dije a mí misma: esta vez no me voy a pegotear los dedos. Armé el tazón roto, reconstruí el mandala casi cruvica, le completé dos pedazos sueltos al plato de la maceta de la mesada. Mis dedos, como siempre, parecen los de Benn, el de piedra de los 4 fantásticos, hasta las huellas dactilares me voy borrando y esto no sale.
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