Saúl G. Corona, el pintor barcelonés de los cuerpos y almas desgarradas
- ERÓTIC
"Pues tengo dos heridas, una en el alma otra en la mente, Que parece que serán perpetuas. Hay quien dice que no las batalle, que me haga amigo de ellas."
Saúl G. Corona es un artista plástico y autodidacta de Barcelona y con base terrestre en Málaga. Corona no pinta cuerpos, pinta almas de voz desgarrada.
El catalán nos confiesa que crear siempre de la misma manera es aburrido y por eso en cada lienzo o en cada papel, trata de abordar el trabajo de una manera diferente. Es habitual que utilice el erotismo como lenguaje para explicar ciertas circunstancias que se dan en su interior.
El erotismo casi nunca es para mí un fin, solo un lenguaje, un idioma, quizás un vehículo para explicar lo que quiero o necesito en un momento dado.
"El arte es inmenso. Realmente me da pena no tener tanto tiempo físico como para poder explorar todas sus maneras, pero personalmente me da la posibilidad de ser completamente honesto. La honestidad se basa en estar completamente desnudo, por eso las personas que pinto siempre están desnudas. No podría hablar de honestidad con personal vestidas, pues las vestimentas son ya un tipo de disfraz." Expresa Corona.
Por qué llamamos realismo a lo que se parece a aquello que vemos pero no a aquello que sentimos? ¿Es acaso más realidad la realidad que miramos con los ojos que la que percibimos por dentro a través de sensaciones como el placer o el dolor? ¿No son acaso estás las razones por las que notamos nuestro cuerpo y en consecuencia nuestra existencia en un mundo tangible?
Saúl lleva mucho tiempo inmerso en trabajar la figura de los Abrazos, aunque es últimamente cuando creoe que han cobrado más importancia en su obra. Son abrazos heridos. Abrazos donde dos personas pueden encontrar la calma y el descanso, pero casi siempre atravesados por una flecha que los hiere y/pero los une.
A menudo también hay representados en el fondo personajes que todos conocemos en actitudes extrañas, rodeados por la serpiente y la manzana, históricamente símbolos de la tentación y el pecado.
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