¿Qué significa que una película sea ‘almodovariana’?
Cada estreno de cada película de Pedro Almodóvar es un acontecimiento cultural. Lo es porque su cine es un género en sí mismo, porque aunque haya en su filmografía un reparto casi equitativo de obras maestras y películas menores siempre hay algo muy Almodóvar que gusta a los espectadores. Detalles, atmósferas, personajes, diálogos, colores que solo se encuentran en su cine. Por eso ha habido que inventar un término para definir esas características propias que viven en cualquier escena de cualquier película del manchego que incluso fuera de contexto es automáticamente reconocida como almodovariana… Sin comillas, sí, porque ya forma parte de nuestro lenguaje.
Julieta es el título de la última película de Almodovar, que se iba a llamar Silencio hasta que la productora decidió cambiarlo porque un tal Martin Scorsese también había titulado así su siguiente proyecto. Qué más da, Julieta es precioso, sencillo y como la herencia de Shakespeare recuerda también la tragedia y la pérdida que se viven en este intenso drama, este ejercicio de contención bergmaniano (tampoco necesita comillas) en el que una madre, Julieta, es abandonada por su hija. Julieta es una película distinta a todo lo anterior en la filmografía del director pero también está repleta de detalles puramente almodovarianos. Entonces… ¿en qué quedamos? Lo mejor será que analicemos el término y veamos cuánto hay en Julieta de Almodovar o cuánto no hay.
Títulos muy coloridos
Colores muy vivos y letras de diseño para construir los títulos de sus películas. Una película de Almodóvar con unos títulos sobrios no es de Almodóvar. Aunque estemos ante un drama, como en el caso de Julieta, el color es fundamental para el manchego. Realmente esto no aporta nada a la película pero es una seña de identidad, una firma artística, algo que comenzaría como divertimento, se convertiría en tradición y ahora es una especie de señal que nos invita a pasar al universo del director. La antesala, el momento en el que nos preparamos para ver que nos tiene reservado Pedro.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 50%. Los títulos son más sobrios que de costumbre pero aun así son totalmente reconocibles.
Pasión por lo grotesco
Almodóvar se desvive para escandalizarnos y para incomodarnos con momentos grotescos entre lo cómico y lo ridículo, personajes brutales, trágicos y decadentes que intentan sobrevivir en esta jungla. Uno de los más recordados es el personaje de Roberto Álamo en La piel que habito, un tipo vestido de tigre con instintos animales que llega a la casa del doctor Robert Ledgard (Antonio Banderas) para visitar a su madre, Marilia. Ahí descubre que el doctor mantiene encerrada a una joven y decide violarla brutalmente. La escena de este tigre arrastrando a Elena Anaya vestida con un mono de color caqui es escandalosa y única. Y como esta hay unas cuantas en su filmografía: como el polvo mal echado de Carmen Maura en el gimnasio en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, la violación de Hable con ella en cine mudo…
Porcentaje almodovariano en Julieta: 0%. No hay nada aberrante e incómodo en esta película, ningún personaje extremo. Almodóvar nunca ha sido tan naturalista.
Amor de madre
La maternidad es una de sus constantes. Todas sus películas, o casi todas, relatan el amor de una madre a su hija, o viceversa. Al manchego le interesa, dice, porque es algo completamente misterioso para un hombre, algo que es difícil de entender pero imposible de renunciar a intentarlo. Es el gran tema y Almodóvar lo ha sabido explotar siempre pero su obra maestra es sin duda Todo sobre mi madre… dedicada, por cierto, a su madre.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 100%. Julieta se podría titular Todo sobre mi hija, es sin duda la historia más desgarradora sobre la maternidad que ha hecho el manchego.
Del folletín a la tragicomedia
En esta escena Marisa Paredes interpreta a una escritora de novela rosa que defiende su nueva novela cuyo argumento es el de una madre que mata a su marido que es un maltratador y un obseso y lo esconde en la nevera de un vecino. Efectivamente, esta trama os suena porque Pedro la utilizaría 11 años después en Volver. El cine de Almodóvar lleva la marca del folletín, de esas historias que escribía Paredes en La flor de mi secreto. Heroínas, mujeres luchadoras, amor predestinado como el de ¡Átame!, esposos que engañan, esposas que asesinan y se salvan y se vuelven a enamorar. El director los convierte en tragicomedias complejas donde los sentimientos de los personajes y sus aspiraciones se van desvelando como muñecas rusas en una historia donde siempre hay amor y muerte y sexo.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 98%. Chico conoce chica en un tren. Un amante costalero que se va a pescar cuando el mar está picado, una pérdida, una hija y una madre que no se conocen y frases como: “Yo me fui a estudiar diseño a Nueva York y ella buscó un refugio espiritual en los Pirineos. Nos volvimos a ver años después”.
Pongamos que hablo de Madrid
Aunque Almodóvar es manchego y la impronta de España es casi perenne en su cine: el gazpacho envenenado de Mujeres al borde de un ataque de nervios, el color rojo, el toro, el torero y la torera, las canciones, los bailes y el arte castizo en general hay una ciudad por la que Pedro Almodóvar siente predilección. Madrid. El Madrid de Almodóvar es ese barrio de la Concepción donde Carmen Maura friega escaleras en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, o ese barrio de Cuatro Caminos que parece Cuba en Volver, el matadero en Matadaor, el rastro de Laberinto de Pasiones, Chueca, la cárcel de mujeres de Yeserías, las chabolas de la Ventilla, el barrio de Las Letras en el que Javier Cámara se enamora de Leonor Watling en Hable con ella… Y a Atocha, claro, el tren que coge Cecilia Roth en Todo sobre mi madre…
Porcentaje almodovariano en Julieta: 100%. En Julieta todos los personajes huyen de Madrid menos su protagonista cuyo Madrid está lleno de calles céntricas, de barrios obreros y de pistas de baloncesto.
La estética 'kitsch'
A Almodóvar no le asusta lo kitch, de hecho llena su obra de decorados cursis que combinan tendencias imposibles, tapizados de leopardo, imágenes religiosas… Sus películas son una mezcla de estilos, texturas y géneros incompatibles que convierten esa supuesta degradación de lo artístico en una maravillosa forma de expresión única que también funciona como reflejo de sus personajes o de lo que ocurre en pantalla.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 60%. Julieta ve un ciervo corriendo a cámara lenta a través de la ventana de un tren. Esculturas de hombres sin cabeza y con el pene cortado que adornan una humilde casa de pescadores en la costa.
Bailando, me paso el día bailando
En las películas de Almodóvar se canta y se baila. Quizá ¡Átame! Contenga la escena musical más icónica de su filmografía, Victoria Abril, Loles León y Antonio Banderas cantando en el coche Resistiré. Pero también quedan para el recuerdo las canciones de Luz Casal que Miguel Bosé y Marisa Paredes interpretaron en Tacones Lejanos o a Estrella Morente cantando a través de la Raimunda de Volver interpretada por Penélope cruz, o al propio Almodóvar haciendo un excéntrico playback de La bien pagá en un fragmento de ¿Qué hecho yo para merecer esto?. Y por supuesto el I’m so excited entonado por los tres azafatos de Los amantes pasajeros: Carlos Areces, Javier Cámara y Raúl Arévalo.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 20%. Apenas unos minutos de Chavela Vargas. Pero por algo esta película se iba a titular Silencio.
La comedia negra
¿Qué sería del cine de Almodóvar sin el costumbrismo? ¿Qué sería del cine de Almodóvar sin esos diálogos tan surrealistas y naturalistas al mismo tiempo? El cine del manchego es tragicómico, procaz, con diálogos delirantes que hablan de asesinatos o con pedos en medio del ascensor. Chus Lampreave, nuestra última gran pérdida, es en sí misma ejemplo almodovariano de humor negro, tan lastimera como desternillante.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 15%. Quizá el personaje de Rossy de Palma sea lo único que aporte a Julieta algo de humor. Y ni falta que hace, cuidado, Julieta es un DRAMÓN, con todas sus letras y todos sus honores.
Las chicas almodóvar
El gran tópico de su cine. Las mujeres de Pedro Almodóvar son siempre personajes muy humanos, carnales, pero también son heroínas. Y ambigüedad también tiene un papel importante en ellas: mujeres que habitan dentro de hombres, mujeres que aman a los hombres y mujeres que aman a las mujeres. Madres, hijas y abuelas. Las chicas almodóvar son los personajes y también las actrices que los interpretan. Carmen Maura, Penélope Cruz, Marisa Pareces, Cecilia Roth…
Porcentaje almodovariano en Julieta: 100%. A pesar de que nunca había trabajado con ellas, Emma Suárez y Adriana Ugarte son dos fantásticas chicas almodóvar que interpretan el mismo personaje,Julieta, la primera en poner título a una película del director.
El arte
A parte de las canciones el cine de Almodóvar está repleto de arte: de cuadros, de películas, de teatro, de literatura… Pero centrémonos en los cuadros, en la Venus recreándose con el amor y la música de La piel que habito, la manzana de Enzo Mari en Los abrazos rotos o en los tableaux vivants de sus películas: Carmen Maura haciéndose un Roy Lichtenstein en Mujeres al borde de un ataque de nervios o (también en el mismo título) una maravillosa encarnación de Ventanas de noche de Edward Hopper.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 100%. Ya sea por el autoretrato de Lucian Freud que ruge en la casa de Julieta como por las esculturas del personaje de Inma Cuesta, la última película de Almodóvar tiene mucho arte.
Amor, sexo, muerte y religión
Quizá estos sean los temas que más se tocan en el cine de Almodóvar, obsesionado con las historias románticas, el sexo más inocente y también el más turbio, la muerte en forma de asesinatos y de accidentes y la religión que casi siempre se manifiesta como una losa que presiona a esta (nuestra) sociedad educada en la tradición judeocristiana. Al igual que genios como Luis Buñuel, Almodóvar recurre siempre a estos aspectos que conforman en sus películas el sentido de la vida. Nunca describió el sexo como lo hizo en Laberinto de pasiones, o el amor como en ¡Átame!, la muerte (o la pérdida) como en Volver y la religión como en La mala educación.
Porcentaje almodovariano en Julieta: 98%. El amor de una madre y de una hija y el de una profesora y un costalero. El sexo como engaño, como culpa. La muerte para marcar una vida y la religión como huida desesperada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario