Tengo que tomarme en serio mi trabajo de escritora.
Tengo que levantarme y ponerme a escribir.
Y no sólo seguir la inspiración o la idea inicial, tengo que corregir, releer, reescribir, mandar a lectores, editores y concursos.
Ver entrevistas y charlas de escritoras me entusiasma. Quiero ser como Mariana Enriquez, Guadalupe Nettel y Mónica Ojeda, entre otras.
Basta de hacerme la ama de casa que llora por sus paletas de pintor destrozadas por Docky. Lloro, pero escribo.
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