A medida de que el culo se me tranquiliza, de que ceden los miedos a que algo salga mal, de que las aguas de la jubilación y la mudanza van aquietando sus sedimentos revueltos, empiezo a notar algo totalmento novedoso e inesperado: soy dueña de mí misma, de mi tiempo, no "tengo" nada que hacer y tengo todo por hacer, decido, me angustio de vacío y de llena, busco, me tropiezo con todo lo postergado tantos años, la tengo clarísima y lloro de oscuridad, odio profundamente a les odioses de mi vida y me olvido de todo lo que no sea yo yo yo yo (y mis papeles).
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