Toda esta semana me estuve persiguiendo, autoreprochándome las no ganas de manejar: el auto ahí parado y yo en la parada del bondi. Le eché la culpa a mis disforias menopáusicas, a su baúl roto y a su caja de cambios a punto de explotar, al tráfico, a las calles todas rotas, a la gente enloquecida por el fin de año, a mi miedo a pisar a alguien porque la cabeza se me va a otros multiversos.
Ayer por fin comprendí: no tengo ganas y listo. Y me gusta andar en bondi y en tren y caminando por la calle. Y no me gusta meter cambios ni mover el volante ni estacionar.
Para confirmarme en mis hipótesis bondianas, me subo ayer a las dos de la tarde y el chinchudo del chofer que ya he visto manejar como desconchado otras veces, me sonríe detrás de sus lentes oscuros, me contesta el saludo y vamos hasta la estación escuchando los siguientes temazos: "Amame", de Los inquietos del vallenato, "Dame una señal de amor", de Maná, y la de Ricky Martin... la que dice algo del "libro blanco de mi vida"...ah, sí: "Perdido sin tí".
No hay comentarios:
Publicar un comentario