Proyección de Boquitas pintadas con presentación y debate a cargo de mi amiga Yanina Calligaris en el Conplejo cultural Ensemble de Banfield (zona de origen de la mencionada amiga).
Me vinieron a buscar con Ariel Bohn a la puerta de casa, conocimos a otra amiga joven y exitosa, miramos la peli (yo con licuado de banana) y, aunque la vi mil veces, me encantó la pantalla gigante, los detalles que una aprecia cuando no tiene que hacer de profe ante los coespectadores y se tiene la disposición de mirar con el libro "puesto" para ver logros y similitudes y diferencias (que sabíamos que al final Yani nos iba a interpelar).
Muy interesantes las diferentes visiones sobre la época, sobre lo que debería ser el cine (nacional), sobre hipocresías masculinas y femeninas, pasadas, presentes y eternas, sobre objetos en desuso (zulki, incinerador, radioteatro, medias de seda, cejas demasiado depiladas).
Yo comenté algo que no había percibido anteriormente: La música (ausente obviamente en el libro, aunque no tan ausente...) es la que logra, en la peli, el efecto más kitsch y melodramático: nunca puedo evitar pucherear durante la muerte de Juan Carlos y el sueño de Nené en el cementerio. Y es la música la que lo logra. Se extraña que falte el tango, tan presente en la novela, y tan central para la construcción del imaginario de la época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario