Madre (casi) perfecta

Mis hijos e hija son maravillosos, pero eso no es "una suerte" como dicen por ahí sino que es de lo único que estoy absolutamente segura de haber sido la causa, la fuente, la creadora. Me gustan tanto sus personalidades diferentes, sus actitudes, sus gestos, sus decisiones.
Ayer Rafa (12 años, fin de sexto grado) tenía el acto de entrega de diplomas ¡a las dos de la tarde! ¿Qué madre o padre tiene posibilidades de ir a la escuela de su hijo un jueves a las dos de la tarde? Bué... La cosa es que yo laburaba en "semana de orientación" de la una a las seis quince y me remordía tremendamente la conciencia dejarlo ir solo y subir sola al escenario y salir solo en la foto con su diploma (nadie pregunte dónde está el padre porque más que pregunta retórica es una pregunta capciosa). Pero Rafael me tranquilizó, que está bien mami, que no pasa nada, que me dejás en lo de Iván (el primo) y después salgo y me vuelvo a lo de Iván, y ¿me puedo quedar a dormir? y ¿me das plata para comprar huevos que nos vamos a tirar a la salida?
Él tenía todos sus planes y yo me fui a trabajar tranquila.
A las tres de la tarde mis alumnos se habían ido todos porque habían decidido que ya habían recibido suficiente orientación de mi parte para su examen y el p´roximo curso recién llegaba a las 4 y cuarto. Estaba al pedo en sala de profesores y se me prendió la lamparita: quizás llegaba a la entrega de diplomas. Me subí volando al auto, llegué, escuché los nombres de los compañeritos de mi hijo, vi lagrimear a otras madres, me senté feliz de estar donde debía estar, subí al escenario, abracé a mi hijo y su diploma y me fui de vuelta a mi trabajo mientras el atorrante del egresadito corría por las veredas de la escuela a los huevasos.