Si mis objetos me cuidan, mis nobibliotecas me sostienen, mi ecosistema me respira y me late, mis automóviles (siempre autos viejos y de viejos: Torina, Peugeot 504 de abuelo, dodge 1500, ahora gol de mi madre muerta) siempre fueron la parte maquínica que se rompe o no arranca cuando la cuerpa se empaca.
Ahora veníamos bien pero distantes. Pobre golcito le prometí el oro y el moro (lavarlo, llevarlo al mecánico, hacer le vtv, la cédula verde a mi nombre) cuando estábamos yendo y viniendo con la mudanza. Pero apenas terminé de llevar macetas y libros, lo conformé con estacionamiento prestado y ahí lo dejé.
Ayer finalmente lo llevé al mecánico y ahora lo traje de vuelta con su sistema de nafta andando (hacía como un año que el mecánico de Obligado me había dicho que le faltaba un emulador, que nuevo salía como 30 lucas, que vamos a esperar que aparezca uno usadito bueno). Y este nuevo mecánico de acá a 5 cuadras, me consiguió sin patalear el bendito emulador, me limpió la nafta podrida, me puso un tornillito en el espejito que estrolé contra la pared, me revisó las luces y recomendó electricista, todo por 15 mil.
Así que estamos así de bien. Ahora nos vamos a retirar pedidos de cerámica y animalitos de yeso. Después les muestro.
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