El viaje de dos desconocidos, padre e hija, a bordo de un viejo barco llamado Proleterka, es la excusa de la escritora italiana de origen suizo Fleur Jaeggy (Zúrich, 1940) para plantear una historia de desarraigo, recuerdos y ausencias, de construcción de un pasado que se examina desde la distancia y que cobra significado en el momento de narrar. Proleterka (2001) es también un libro cargado de crueldad, de falta de contacto humano en momentos de la vida en que, como la infancia, es especialmente necesario, así como de las marcas que la distancia deja en los seres humanos.
Proleterka: viaje físico y emocional
Como ya realizara en Los hermosos años del castigo, Fleur Jaeggy construye mediante una prosa directa, seca, casi impresionista, un conjunto de emociones que, por ausencia, se convierten en un elemento omnipresente. En su historia, una innominada narradora-protagonista recuerda, desde su madurez, la relación con su padre, y, en especial, el primer y último viaje que realizó con él a bordo de un crucero que les llevó desde Viena a las islas griegas, hasta finalizar en la ciudad de Venecia. La narradora es una mujer con voz (alternando primera y tercera persona) pero carente de nombre, como la mayoría de los personajes de la novela, a excepción de su padre Johannes y de la abuela Orsola. Es una mujer que ha carecido de contacto humano desde su infancia, alejada de una madre poco interesada en ella y anhelante de un padre al que no puede ver. Esa falta de nombre en los personajes es precisamente la manera de distanciar y desdibujar los contornos de aquellos seres que pasaron por la vida de la protagonista sin dejar huella. Llama especial atención su madre, a la que denomina «la esposa de Johannes», en un acto que demuestra la distancia entre ambas.
En Los hermosos años del castigo, Fleur Jaeggy construye mediante una prosa directa, seca, casi impresionista, un conjunto de emociones que, por ausencia, se convierten en un elemento omnipresente.
Proleterka es una novela cargada de simbolismos. Así, Jaeggy presenta el barco con una metáfora de la vida, como el lugar en el que la protagonista se iniciará tanto en la sexualidad como llegará a la madurez, a aquellas experiencias que la introducen a la realidad de los adultos. También es simbólico el lugar donde el barco realiza su última escala, Venecia, un espacio decadente consagrado a la belleza y a las ruinas del pasado.
Proleterka es, en definitiva, una novela sobre el viaje físico y emocional, un recorrido por esos temas característicos de la escritora suiza, mal retratada como fría y distante, pero capaz de envolver lava ardiente en una cubierta de hielo. Un libro hermoso pero desolador.
Referencias
Fleur Jaeggy, Proleterka (traducción de Mª Ángeles Cabré), Barcelona, Tusquets, 2004, 131 páginas.
La imagen de Fleur Jaeggy está tomada de esta página. La foto de portada es cortesía de la editorial Tusquets.
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