Todavía no logro llegar al estado de festejo total, alegría irrefrenable que, racionalmente, debería ameritar mi estado y condición actual. Menos mal que lo "racionalmente" me chupa una teta y lo "esperable" o "normal" la otra porque ya no sé qué carajo me impide estar feliz feliz y no feliz pero cagada. Todavía estoy vigilante y como sosteniendo las paredes de la casa que NO se derrumban si me muevo.
Debe ser que necesito aprobación de alguien para darme permiso de gozar. Ni madre ni padre ni vieje algune tengo, ¿quién miércoles estará ocupando el lugar de autoridad en mi inconsciente infantiloide? ¿Qué será lo que me inquieta más (pero seguro es la suma): la mudanza o la jubilación? ¿La edad mucha o la juventud inútil? Se largó a llover y me tranquiliza que los perros no salgan a la vereda y las plantas tomen agua sin que yo se las provea. Me parece que todavía arrastro mandatos de cuidado que no logro anotar a mi favor.
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