La ausencia del cálao es algo que los agricultores de Zimunya, en Zimbabwe, conocen bien. En esta región, caracterizada por montañas, bosques y pastizales montanos, el ave, conocida como mariti o matendera, alguna vez fue mucho más fácil de ver y de escuchar.
Si escuchas el canto profundo del cálao, entonces sabes que va a llover.
Ese también es el caso del águila bateleur, o chapungu, cuya presencia es sinónimo de lluvias seguras y una cosecha abundante.
Y el ave de miel (tsoro) que solía dirigirles a las colmenas en el bosque, también ha desaparecido.
La falta de estas aves significa que a los agricultores, que hasta hace poco combinaban el conocimiento tradicional con los pronósticos del departamento meteorológico para decidir cuándo sembrar sus cultivos, les resulta más difícil planificar por las condiciones cambiantes.
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