Hace meses que vengo apurada, como en una ola, ayer pensaba desde cuando creo estar en esta "recta final" de lo laboral o de lo vivencial o del amor o de mi orfandad, ¿cuándo empecé a estar medio asustada, medio sorprendida que que llegara todo?
Pensé en la muerte de mi mamá, de Martín, de mi viejo como hitos del haber dejado de ser la niña que no sabe que la gente se puede morir. Pensé en mi viaje a España como punto de salida y de inicio y de llegada a la vez. Pensé en la última desilusión con mi ex y mi pata quebrada y la pérdida de una amiga (o dos) que creí "de fierro" y se cagaron. Pensé en pandemia y menopausia, y asumirme patita fea y también familia cisne.
Al pedo enumerar pero estaba necesitando encontrar mi lentitud, mi estar pesado y pausado. Para bloguear, para hacer sin apuro y sentipensar y llevar la cuerpa al todo (odio la palabra disfrute por fea y de moda).
Y a dos semanas de jubilada la mudanza y la ansiedad no me dejan sentir el punto final real, convencerme de que nunca más, nunca más, volveré a escuelas y soy dueña de mi tiempo y mis pantallas y mis palabras y mi escritura.
Hoy me propuse bloguear como antes (¿cuándo?): sin apuro, dejándome llevar por la ola. Y esta net no quería, se me desconectaba cada vez más, casi me resigno como otros días pero me avivé que cambiamos coso de wifi de lugar y era posible que... Sí, si, me la llevé a la cocina y flash!!!! Y como incómoda entre repasador y hornalla, acá estoy blogueando en comedor, delante de ventana a la calle, cambiando de perspectiva así de sencillito, diciendo boludeces porque el sentido de todo se me reconforma alededor.
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