domingo, 12 de febrero de 2017
Todo está conectado incluso el sapo
En medio de mis amorosas lecturas de Philip Sidney y me elección de tema para el seminario de Margarit, mientras copio y pego reflexiones de Regina Dalcastagné sobre literatura brasileña, bajo la lluvia, veo que mis violetas están muy apretadas en la maceta amarilla y decido que sería bueno transplantar algunas hacia el macizo de la pared de mi derecha (le hacen falta esas hojas oscuras en contraste con los maravillosos verdes). Justo donde voy a clavar mi cuchara (amo transplantar gajos con cuchara sopera) hay un sapote durmiendo. Perdón,señor sapote, que interrumpí su siesta bajo la lluvia, le digo, y se queja con la panza cuando lo empujo un poco. Me concede salir de la maceta y no me sigue hasta el cantero de destino.
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Lunes por la madrugada...
Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...
que sonríe cómplice de amor...
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