Y en esa oscuridad antes del alba
–no hay hora más oscura–
yo, que dormía en un catre a los pies de su cama todo el verano
con ratones rondando en el galpón,
lo escuchaba levantarse, lo seguía a la cocina,
querosén y palitos, fuego, mate,
no hay nada, Mingue,
los ruiditos del alba, el agua y el azúcar,
los chamamés valseados en la radio
y ponerse las botas, el barro, los caballos,
y usted silbando por el colmillo pobre mi madre querida
y ensillar y otra vez el día entero.
Pedro Mairal. "Cipriano" (Frag)
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