lunes, 31 de diciembre de 2012
Dejame disfrutar de mi tapper
Perfil.com domingo
30/12/2012
Sí al amor, no a las exigencias extremas
Por Dalia Gutmann
30/12/12 - 05:20
Esto del cambio de era me re estimula. Desde chica, siempre tuve la ilusión de que las fuerzas del bien les ganen a las del mal y después la vida se encargó de demostrarme que nada que ver. Igual, nunca bajo los brazos.
Soy una mina cursi. Me gustan las frases optimistas tipo “si sucede, conviene”, o esas que dicen “si deseas algo, el universo entero conspirará para que puedas realizar tu sueño”. Las leo entusiasmadísima y pienso: “Sí, ¡re!”; Y después el universo se toma sus tiempos, o tal vez se distrae con deseos ajenos y me deja de garpe…
Igual, nunca dejo de creer. Y cada año que empieza siento que es una nueva oportunidad para que mis deseos se cumplan.
Para 2013 quiero que me pasen un montón de cosas: quiero tener la autoestima por las nubes la mayor parte del tiempo. Hablar hasta por los codos sin después querer matarme por la sarta de boludeces que dije. Quiero ser más práctica. Que los mates me salgan todos ricos. Que mis hijos se diviertan a lo loco pero que se duerman cuando yo lo necesito. Que mi marido prefiera toda la vida estar conmigo antes que ver los mejores goles de la fecha. Tener swing. Poder sostener la estabilidad emocional más de cinco minutos seguidos. Saber cantar afinado. Ser brillante. Que los grandes pensadores quieran ser amigos míos…
Y como además de ególatra también soy culposa, tengo algunos deseos para la humanidad toda: que los millonarios dueños de empresas les aumenten el sueldo a todos motu proprio. Que les parezca re criterioso que sus empleados estén felices y conformes en sus puestos de trabajo, y que llegar a fin de mes sea re fácil para todos.
Que trasladarnos sea una actividad normal: que los colectivos no se nos escapen, que en los subtes no nos aplasten, que en los trenes no nos apoyen. Que el tránsito fluya y que los que manejan siempre encuentren lugar para estacionar.
Que los mala leche se vayan a vivir todos al mismo barrio y que ese barrio esté lleno de mosquitos. Es más, que todos los mosquitos del mundo vivan en ese barrio. O que desaparezcan en 2013. Total nadie los va a extrañar.
Que la tecnología la corte un poquito con sus avances. Estoy harta de sentir que todos saben manejar sus iPod 23 y que la única que no sabe cómo bajar música al celular soy yo; que no sólo no avancé sino que retrocedí, porque desde que se me rompió la videocasetera no tengo idea de cómo corno grabar un programa de la tele.
Que las publicidades también la corten un poco mostrándonos tanta gente espléndida y feliz. Quiero ver más gente despeinada, sudada, con adiposidades. Basta de revistas con gente que siempre la pasa bomba: en invierno esquían felices y en verano muestran sus cuerpos torneados en la playa. De paso, creo que las playas deberían prohibir el ingreso de cuerpos perfectos a sus balnearios por el bien de todos nosotros.
Lo que sí estaría bueno que pase es que todas esas cosas que sólo suceden en la ficción empiecen a pasar en la vida real, y que el chico se enamore de nosotras por nuestro espíritu bondadoso y nuestra alegría de vivir y que no se termine quedando siempre con la que tiene buenas tetas, como suele ocurrir. Que de una vez por todas todo pase “justo” como sucede en las películas románticas: que justo se mude un vecino lindo a tu edificio cuando te acabás de separar, que justo en un día de lluvia torrencial te cruces con el amor de tu vida y terminen apretando en un callejón oscuro, o que justo cuando te estés por casar con la persona equivocada caiga aquel viejo amor al que nunca pudiste olvidar para interrumpir todo y escapar contigo por la pradera.
Quiero que todo lo que parece imposible se nos cumpla. Que 2013 chorree cursilerías. Que, como dice Sabina: “El corazón nunca pase de moda”. Y que los sensibles de una vez por todas seamos mayoría y podamos llorar de emoción cada vez que pinte sin que nadie nos trate de desequilibraditos.
Aunque si tengo que ser honesta, no creo que 2013 sea tan distinto al resto de los años. Pero dejame pensar que sí. Dejame disfrutar de mi tupper. No me mates la ilusión.
¡Feliz año!
*Actriz, humorista.
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