domingo, 30 de enero de 2011

Turistas y de los otros



Sociedad|Domingo, 26 de septiembre de 2010

LAS VISITAS GUIADAS POR LOS ATELIERS DE LOS ARTISTAS

Un tour por el arte

La tendencia de conocer el trabajo de pintores, escultores y fotógrafos, y a los propios artistas, crece en Buenos Aires con recorridos por diversos ateliers. Van extranjeros, pero también locales. Y cada vez más aumenta la venta de obras de arte por ese circuito.

Por Sonia Santoro



Si en la época de Van Gogh hubieran existido los tours por ateliers, seguramente no hubiera muerto en la pobreza sin que sus obras se hicieran conocidas, como muchos otros artistas a los que la fama no les llegó jamás o lo hizo demasiado tarde. Esta tendencia que le da nuevos circuitos de circulación al arte y abre una particular veta turística crece en Buenos Aires sin muestras de querer desaparecer. Más bien, con la apertura de la ciudad hacia el turismo las posibilidades son cada vez más grandes.

Los tours por ateliers son recorridos que organizan algunas emprendedoras o pequeñas empresas para conectar a amantes de la pintura, coleccionistas o simplemente a quienes quieren explotar una veta turística novedosa en una ciudad llena de pintores y escultores.

“Hice el tour porque me encanta el arte. Fue una gran experiencia escuchar a los artistas hablar sobre su obra, en ese momento te involucrás en la obra del artista de una manera muy diferente. Le compré una foto a Fabiana Barreda, fue muy interesante escuchar todo lo que ella buscaba contar a través de sus fotos. También me encantó la sensación de sentirme turista por un rato en Buenos Aires, subir a la combi, ir de un lugar a otro de la ciudad sin haberlo planeado”, cuenta la diseñadora Cora Groppo, que participó de un recorrido ofrecido por Natalia Margiotta, del Artist’s Atelier Tour.

Los tours pueden ser individuales o grupales e incluir la visita a uno o varios artistas, pero siempre son exclusivos. El costo oscila en los 100 dólares y en general lo toman extranjeros, sobre todo desde octubre a abril, que es la temporada alta. Aunque hay demanda también desde el turismo interno.

La idea de empezar a llenar esa falta de conexión entre la gente y el arte empezó a colarse en el ambiente hace unos cinco años. Por esa época es que surgieron varias propuestas parecidas. “Abrí una galería en 2001 en el Hotel Desing, así que venía la combinación con el turismo, y abrí en 2006 el tour. Para mí faltaba una pata, que la gente estaba muy lejos del artista y de ese mundo. Le estábamos mostrando un pedacito y entonces empecé a llevar a los clientes de la galería a los talleres de los artistas y les gustaba tanto que ahí empezó esta historia. Me fue super bien y lo disfruto un montón porque son relaciones más profundas. Los artistas pueden mostrar hasta el trabajo que están haciendo”, explica Margiotta.

Marina León está al frente de Buenos Aires Ateliers desde 2005. En su caso el objetivo es difundir el arte argentino contemporáneo desde un lugar diferente. “Tuve la oportunidad de trabajar para una galería de arte en Estados Unidos y así me fui metiendo en los talleres de artistas locales para seleccionar obras para mandar a la galería de afuera. Después la galería cerró y a mí me interesó mucho poder seguir difundiendo el arte nuestro y me pareció que era una oportunidad, habiendo mucho turismo”, cuenta. “Lo que propongo es vivir una experiencia muy enriquecedora. La gente queda realmente fascinada de poder entrar a conocer talleres con el artista en vivo, que no es lo mismo que ver una obra en un museo”, agrega.

A Silvina Faga y Florencia Peña, de Puntos Art Tour, les “interesa impulsar la obra de artistas jóvenes y apoyar a las galerías y artistas de trayectoria para así armar una vía de exposición y venta de obra de arte muy cuidada, que enriquece a muchas personas. Es otra alternativa para la circulación del arte”.

Los tours duran desde cuatro horas y hay algunos específicos como los “walking art tours” de Puntos Art Tour para la gente de Buenos Aires. Margiotta los termina en una casona donde exhiben sus obras varios artistas y puede compartir una comida. León, con la visita a un bar de interés cultural y con el obsequio de un libro de arte argentino.

Además de la experiencia y la tan ansiada conexión con el artista, lo que para Margiotta generan estos tours son mejores ventas: “Se vende mucho mejor que en la galería, el doble o el triple. Acá le pueden preguntar al artista qué lo movilizó, podés tocar la pintura... es un mercado para gente entendida por más que quiera romper con eso”.

Experiencias similares no son tan comunes en el exterior, donde es muy difícil entrar al mundo del arte si no es a través de un museo o galería y donde lo máximo que se encuentran son talleres abiertos pero no asesorados o guiados en base a las necesidades de la gente, explican las expertas.

Pensando en eso, Margiotta abrió propuestas similares en ciudades cosmopolitas relacionadas con el arte como Miami y Nueva York y el año próximo hará lo mismo en Berlín. Para ella, esto recién comienza: “Ahora siento que está mas organizado. Hay muchas agencias receptivas. Creció el turismo. Y hay mucho laburo. Hace cinco o seis años no tenía con quien laburar mucho este tema, ahora laburo con las agencias. Cada vez hay más hoteles, más agencias de turismo receptivo. Además yo uso mucho Internet. Cada vez Argentina hace más publicidad afuera así, hay más crecimiento y cada vez los artistas están más profesionales porque estamos más involucrados en el exterior”.

Lejos del rechazo al comercio del arte que tanto debate ha dado a la historia (el propio Van Gogh habló alguna vez esto como una farsa), estas propuestas pretenden agilizar pero también humanizar los intercambios.




EL PARTICULAR ARTE DE FABIANA BARREDA

Arquitectura emocional


Por Sonia Santoro

Fabiana Barreda es una casa. Ella misma es su casa. La palma de la mano lo es, la nuca puede también serlo. Así como los dedos o las mejillas de quienes se acercan a su atelier llevados por un tour que los saca de sus hoteles o de sus rutinas para instalarlos en su mundo lleno de fotos sobre otros cuerpos-casa (y muchas cosas más).

Barreda es una de las artistas pilares del Artist’s Atelier Tour. A ella llegan desde distintos puntos de Buenos Aires pero también del planeta para husmear en los procesos de producción de su arte.

Hija de un arqueólogo y una crítica de arte, estudió psicoanálisis y dirige la galería de la Facultad de Psicología de la UBA. Lo suyo, dice, es hacer “arquitectura en el cuerpo, en el deseo”. “Hago objetos performance. Dibujo sobre cuerpos. En la medida en que construyo la arquitectura en el cuerpo del otro después hago las fotos”, explica.

–¿Qué es lo que hace en el tour?

–Cuando vienen en el tour les pregunto cómo fue su primera casa de la infancia y qué recuerdos tienen y a partir de eso les voy dibujando esa casa en el cuerpo y en la mano. Voy construyendo con cada uno esa arquitectura emocional. Lo que es lindo es esa comunión. Tal vez vienen de muy lejos, China, India y cuentan su primera infancia y es muy fuerte la conexión con el otro. Y ahí empiezan a entrar a mi obra y desde ahí pueden ver la obra y muchos quieren llevar las casas.

–¿Cómo define lo que hace?

–Hago objetos psicológicos. La casita transparente que se puede ver en mi web (www.fabianabarreda.com) es una casita que la diseñé como obra pero también es para regalar. La hice múltiple porque se la regalo al amigo que se separó, al que no tiene casa, al que se fue a vivir afuera. Cuando la apoyás sobre la palma de tu mano es como una calma... de que el hogar es lo que uno va construyendo. Y de alguna manera trabajo con las energías emocionales. Cuando dibujás en el cuerpo trabajás con los chakras. Y el hogar ya es el cosmos para mí, y cuando vos te conectás amorosamente con el amor, con una totalidad, hay una transmutación del sujeto que es la función del arte.

–¿Cómo se sumó al tour?

–Fue idea de Natalia (Margiotta). Lo lindo de ser artista es que cuando tus obras se abren al mundo la gente devuelve mucho amor. A Natalia le gustó mucho mi trabajo y me invitó. Fue un encuentro. La vida trae gente, y la obra de arte es un medio para eso, es un canal. Y también tiene algo chamánico de invocar lo que sentís de la vida en ese momento. Y eso queda para la eternidad.

–¿No tuvo resistencia a abrir su atelier?

–Al comienzo da una mezcla de pudor con fragilidad como cuando invitás gente a tu casa. Abrís tu corazón. Pero es que hay redes humanas que son domésticas, de taller en taller. Creo que la gente cuando está de viaje es como el arquetipo de Ulises, está en la búsqueda de un nuevo estado.

Cuando uno está de viaje tiene casas nómadas, el hotel, tu cuerpo, el avión... así el taller es el estadio entre la institución y la casa. Como el caldero a la alquimia, donde se van cociendo las esencias para un proceso creativo. Toda experiencia artística te conmueve. Lo que ellos me cuentan de sus vidas es íntimo y además entregan su cuerpo para que les dibuje... y yo ni siquiera hablo bien otros idiomas. La conexión es muy intensa y muy corta. Yo soy puro fuego, soy de sagitario y luna en aries, puro fuego y es ffffff. Es como vivir un pequeño ritual que mueve las emociones del espectador y del artista.

–¿Vende más?

–Vendo, sí. La obra se vende. Es otra forma más de vender. La venta en arte es linda porque te conecta con personas. Vender es poder sacar adelante tu proyecto de artista como forma de vida y a la vez te conecta con gente que necesita esa energía para vivir, cierra el círculo.

–¿Ha influido en su creación el hecho de participar de este tour?

–Sí, cambió mucho, porque estas performances las hacía sólo en privado cuando hacía mi obra y gracias a estos encuentros pude hacerlo con cada uno.



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