Después de años de acumular tres libros en papel de este autor sin leer, de comentar con Moni Cordoni cada novela que ella leía y yo no, de tentarme con títulos maravillosos y gordura en páginas de lo más llamativas, ahora, justo ahora, acabo de empezar "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" porque (qué motivo más genialmente aleatorio) mi narradora de Novelaaúnsintítulodefinitivo, quizás La guaipurú, quizás Guaipurú temporosensorial, quizás Si serás guaipurú, a mi narradora, Violeta Retama se le ocurrió decir en la primera página de la siendo reescrita susodicha novela que el tal título de Murakami era un título genial y que tenía (ella, ella) que ponerse a leerlo hoy. Su conflicto central es que en el futuro, su presente, el año 2172, ya se han extinguido les novelistas y ella, ella, ella, tiene que aprender a novelar con ejemplos leídos del siglo XX y XXI. Y yo sin leer a Murakami. ¿Se puede ser novelista en 2025 o en 2172 sin haber leído a Murakami?
Reparando error, saldando deuda, en la página dos ya me encuentro al pájaro:
"De pie bajo el cobertizo, miré hacia nuestro pequeño jardín bañado por los
rayos de un sol de principios de verano. No era un jardín cuya contemplación sosegara
el espíritu. La tierra donde sólo tocaba el sol una pequeña parte del día se veía siempre
húmeda y oscura y, aunque había plantas, sólo teníamos en un rincón dos o tres hor-
tensias de aspecto poco imponente. Además, la hortensia es una flor que no me gusta
demasiado. Desde una arboleda cercana llegaba el chirrido regular de un pájaro, un ric-
ric, como si estuviera dándole cuerda a algún mecanismo. Nosotros hablábamos de él
como del pájaro-que-da-cuerda. Fue Kumiko quien lo llamó así. No sé cuál es su autén-
tico nombre. Tampoco sé cómo es. Pero, se llame como se llame, sea como sea, el
pájaro-que-da-cuerda viene cada día a la arboleda que hay cerca de casa y le da cuerda a
nuestro apacible y pequeño mundo."
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