Es tan loco, tan genial, tan deslumbrante y fuera de lo común lo que leo en Solenoide que pienso que no necesito que me dé bola la boluda que solo sabe histeriquear y correr carreras de conchuda, ni que nadie me comprenda ni se interese por mí. Mis manías con la ficción, la magia, los sueños, las emociones narrables o recordables están tan lejos del asadito familiar y el té con masas que solo quiero quererme lo suficiente como para seguir dándome a leer a este rumano y a todes les genies del universo que están ahí esperándome cuando de a ratos yo me entretenga con la charla hueca y las rivalidades mezquinas.
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