Qué extraño me resulta, y qué extraño me parece que me resulte tan extraño, sentir cada cosa que hago como una aventura. No como una meta, ni un camino, ni un carro ni una tarea cumplida o no. Como algo divertido y misterioso para hacer y nada más. Sé que suena autoayuda y motivación boludísima y yo siempre estuve contenta con mis elecciones y mis días pero se ve que hay un nivel de responsabilidad y sobreadaptación en mí que se va soltando.
Es raro para mí no medir si cada cosa vale la pena, o cómo aprovechar tiempos y esfuerzos o cómo ser más productiva, útil, efectiva. Qué raro es para mí sacar el auto al pedo, ir a dar una vuelta, volver sin hacer nada, comprar pan y queso y olvidarme qué más hacía falta. Entrar el auto una hora después, con los malabares que me cuesta, y nada: qué lindo ratito de manejar hacia la aventura de nada.
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