He descubierto que dejo de tenerme lástima a mí misma. Esto era lo que buscaba, me molestaba mi propia mendicidad. Hoy cumplo de dos años en mi casita, miro las fotos de la entrega de llaves, todo sin pintar, mijites en la vereda, siempre conmigo, ayer y hoy acá haciendo el aguante y compartiendo, creciendo, mirándome con orgullo y alegría mutuos, saco fotos nuevas, mi paraguayito que rebrota, mi kalanchoe que florece, mis bignonias que trepan los muros, las que resisten las heladas, uno que me trae dos cajas de libros de descarte de los que hago tesoro y canje, dos alumnas de taller con las que comparto docencia, poesía y escritura, mis perris y mis gatis.
Creo que es la primera vez en mi vida que no me da pena no estar con alguien que no me corresponde ni tiene ganas de verme ni sabe ser amigue como yo sé y deseo, ni se merece ni medio mensaje. Estoy con y donde quiero. Y la pena es para quienes fingen y sostienen y se quedan a medio camino y mezquinan.
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