Acá, la niña buena, la sobreadaptada, la mujer coherente y equilibrida, por primera vez en su vida, se festeja a sí misma el egoísmo. No quiero compartir nada, ni mostrarte lo que estoy haciendo, ni contarte una mierda. Porque una se termina acostumbrando a pedir permiso y aprobación para todo. Así que ahora, nada: todo mundo a cagar y síganmé les buenes.
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