martes, 5 de diciembre de 2023

En busca del árbol madre

 

La ecologista Suzanne Simard sobre el secreto de los árboles para atajar la crisis climática: “Tenemos que entender que formamos parte del ecosistema”

A escasos días del lanzamiento de su último libro, En busca del árbol madre, hemos charlado con la investigadora sobre el sistema de comunicación de los árboles y por qué esa idea de cooperación y conexión forestal es tan importante para lidiar con la crisis climática
Suzanne Simard en busca del rbol madre
Oliver Hadlee Pearch / © ArtPartner

Suzanne Simard siempre ha tenido una conexión especial con el mundo de los árboles, quizá por haber pasado la infancia y la adolescencia en los bosques de la Columbia británica, en Canadá. Sin embargo, no fue hasta que empezó a trabajar en la industria forestal a principios de los ochenta, una vez acabada la carrera, cuando empezó a preguntarse por qué las nuevas plantaciones de árboles que sustituían grandes masas forestales del pasado tenían mayores dificultades para salir adelante. La respuesta, pensaba ella, debía estar en el subsuelo.

Así es como, dicho y hecho, la ahora profesora de ecología forestal en la Universidad de la Columbia británica descubrió toda una red de hongos que, bajo tierra, conectan los árboles y les permiten compartir recursos como el agua, el nitrógeno o el carbono. Esa red simbiótica, que recibe el nombre de micorriza, permite a los árboles compartir información sobre su estado de salud, el estrés al que se ven sometidos y sus niveles de nutrición a través de “árboles madre” que, desde el centro de la red, ayudan a regenerar y conservar el bosque.

Descubrir que los árboles cooperan, y no compiten, en la obtención de recursos naturales ha calado rápidamente en el imaginario colectivo. “El árbol de las almas”, del film de James Cameron Avatar (2009), es buena prueba de ello; así como el personaje de Patricia Westerford en la novela de Richard Powers El clamor de los bosques, ganadora de un premio Pulitzer.

A escasos días del lanzamiento de su último libro, En busca del árbol madre. Descubre la sabiduría del bosquehemos podido charlar con Simard sobre la vida secreta de los árboles, lo mucho que podemos aprender sobre la crisis climática y qué podemos hacer para proteger nuestros bosques.

¿Cómo fue tu infancia en la Columbia británica?

Suzanne Simard: Jugar en el bosque era lo más normal del mundo cuando era pequeña. Supongo que mi amor por los árboles viene de ahí, de cuando construíamos cabañas en el bosque, de cuando tenía mis árboles preferidos para escalar. Creo que no eres verdaderamente consciente de que has crecido rodeada de árboles hasta que ya no lo estás.

Poco a poco hemos ido viendo cómo la provincia crecía a base de talar superficie forestal. Qué lástima… No sabemos lo mucho que necesitamos los árboles, y lo mucho que los queremos, hasta que ya no están ahí.

¿Cuándo empezaste a sospechar que había algo en la vida de los árboles que desconocíamos?

Suzanne Simard: Fue algo paulatino. Piensa que mi investigación surge de pasar media vida rodeada de árboles. Para mí, hacerme ese tipo de preguntas siempre ha sido bastante natural. Eso sí, el momento en que verdaderamente empecé a planteármelo en serio fue una vez empecé a trabajar en el sector forestal, cuando vi que nuestras plantaciones de árboles eran muy diferentes a los bosques de cuando era pequeña. Por alguna razón, nuestros árboles no crecían tan fuertes, tan sanos, como los que yo recordaba. Los bosques de mi infancia tenían una complejidad estructural que no alcanzaba a entender. Ahí fue cuando decidí ver qué pasaba en el subsuelo.

Los árboles viven cientos de años según la especie. A veces incluso miles, uno al lado del otro. Pensar que no hay ningún tipo de comunicación entre ellos se me hacía extraño. Por aquel entonces se pensaba que los árboles competían por el agua, la luz y los nutrientes del entorno, pero yo no hacía más que preguntarme: ‘¿Y si los compartieran?’.

¿Por qué crees que tu descubrimiento ha dado el salto tan rápidamente al imaginario colectivo?

Suzanne Simard: La verdad es que ha sido divertido ver el proceso. Al principio, en los noventa y los dos mil, no era muy dada a publicar mis hallazgos. De hecho estuve a punto de tirar la toalla porque parecía que ni a la universidad ni a la industria les era importante mi investigación. Sin embargo, una vez la sociedad entendió la idea que hay detrás, el apoyo fue total. Piensa que lo que yo propongo no está alejado de nuestra esencia, de quienes somos. ¿Qué es el ser humano sin el grupo que lo rodea? ¿Acaso podríamos sobrevivir sin ellos? El ser humano es un animal social. Cuando entendemos que el bosque, en su conjunto, no deja de ser un ente social, poco más hay que añadir. Es algo muy fácil de entender.

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La ecologista Suzanne Simard fotografiada en el Parque Stanley de Vancouver, en la Columbia británica.Diana Markosian/Magnum Photos
¿Qué lecciones podemos aprender de los árboles, sobre todo en relación con la crisis climática?

Suzanne Simard: Una lección muy valiosa es la de comprender cómo funcionan los ecosistemas y cómo la especie humana interactúa con ellos. Esa idea de la competición constante, de la supervivencia, de que solo se adapta el más fuerte… solo ha conducido al sometimiento de la naturaleza, cuando la realidad es que no nos pertenece. Y la única razón por la que yo soy consciente es la manera en que me crié. Ni más, ni menos. Es de vital importancia que nos veamos como parte del ecosistema, con una responsabilidad clara en su cuidado. El ser humano puede ser un agente que promueva el cambio positivo, no necesariamente la destrucción de la naturaleza.

Si hablamos de la crisis climática, algo que no podemos obviar es que estos árboles milenarios cumplen un papel fundamental en la fijación de carbono, por no hablar de la biodiversidad que albergan. De hecho, ambos fenómenos están interrelacionados: cuanto más productivo es un ecosistema, más carbono fija y más diversidad de flora y fauna alberga. Por eso es tan importante conservarlos.

¿Qué podemos hacer para ayudar a proteger los bosques?

Suzanne Simard: Conectar con ellos sería un buen paso en la dirección correcta. Los bosques son nuestros sistemas de soporte vital. Sin ellos, estamos perdidos. Si la sociedad llegara a entender eso, estoy segura de que los protegeríamos mucho más, sea cuando elegimos a nuestros gobernantes o cuando apoyamos a las diferentes asociaciones que se ocupan de su conservación.

Ser proactivos a la hora de informarnos es importantísimo también. Ahora mismo hay un proyecto circulando que tiene como objetivo plantar un billón de árboles. ¿Es buena idea? Sí. Sin embargo, hay que tener cuidado con la manera en que lo hacemos. Tenemos que conocer los distintos ecosistemas. Si no, podríamos plantar árboles que morirían poco después. ¿Para qué serviría entonces haberlos plantado? A la gente le gustan las soluciones rápidas, milagrosas. Obviamente plantar un billón de árboles es buena idea, pero no es algo que pueda hacerse sin cuidar primero los bosques milenarios.

¿Alguna vez te has sentido mal por el estado de nuestros bosques o del planeta en general?

Suzanne Simard: Es para sentirse mal, la verdad. Me acuerdo de que, a principios de los noventa, tuvimos en nuestra provincia una plaga de escarabajos del pino de montaña que fue consecuencia directa del cambio climático y de cómo estamos desatendiendo nuestros bosques. La plaga de escarabajos devoró dieciocho millones de hectáreas de bosque. Para que te hagas una idea, esa es la cantidad de bosque que tiene, en total, un país como Suecia. Me acuerdo perfectamente de la pena que me daba ver todos esos árboles muertos, por no hablar del efecto de los incendios a lo largo y ancho del planeta… Es muy triste.

De todos modos, no podemos quedarnos con ese sentimiento de pena para siempre. Cuando empecé a estudiar en profundidad el funcionamiento de los ecosistemas me di cuenta de la gran capacidad de regeneración que tienen, de su habilidad de sanar y recuperarse. Ahí es donde vi claro que podemos hacer ciertas cosas para recuperarlos, como cuidar de los árboles madre. Ser consciente de eso me ha hecho sentir bastante mejor.

Estoy convencida de que todos y cada uno de los habitantes de este planeta tienen algún remordimiento respecto al medioambiente y el cambio climático. Y lo mejor que podemos hacer al respecto es convertirnos en agentes de cambio. Ser parte de la solución.

No te pierdas En busca del árbol madre. Descubre la sabiduría del bosque (Paidós, 2021), disponible próximamente

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