A diferencia de mis pesadillas con casas laberintos y cuentos famosos con gente desconocida que se te mete, que te toma la casa, mi sueño de anoche me dejó una paz y una alegría enormes. Ahora les saco fotos a mis bichis y escucho a Rafa tocar la guitarra en su casa del otro lado del patio y me sorprende que me sorprenda toda esta gente querida que elige estar conmigo, como si fuera raro no tener que perseguir a nadie para que se quede conmigo, no tener que hacer nada para no ser abandonada.
El sueño era así: yo estaba en mi propia casa, que era como esta pero diferente, con una escalera, ahora se me ocurre que mezcla con la de mis viejes, antes no lo había pensado, pero era está que yo compré porque yo decía ya firmé todo, ya tengo la escritura. La cosa es que estaban en mi casa como cuatro mujeres, un tipo con una birome, un nene y una nena más grandecita que se metían por todos lados y revisaban todo. Yo les decía que tengo vocación de abuela y que hicieran lo que quisieran, les mostraba la escalera que tenía dos palancas para prender y apagar las luces. Cuando yo llegaba está gente me estaba esperando, la casa estaba toda abierta, elles eran divinas de amables y me traían papeles de una inmobiliaria para firmar pero después de charlar y divertirnos con les nenes, yo les decía que no era yo a la que buscaban, que sería la casa de al lado. Nos reunamos de la equivocación, se iban felices de haberme conocido de casualidad.
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