Es necesario alejarse para poder vernos. Salirse un rato de la especie. Sumergirse en la oscuridad del rito teatral para no tratar de entender más nada. Solamente quienes puedan hacerlo, abrirán los ojos y los sentidos a un mundo nuevo. En Sobre el hilo, la nueva obra surrealista de Norman Briski, todo sucede como en los sueños: la lógica es la falta total de toda lógica. Un viaje onírico tan profundo y tan real que duele.

¿Dónde quedan los sentimientos cuando se entra en la voracidad de los túneles? El devenir de la obra sugiere preguntas. Uno está allí dentro, bien adentro, y todo ocurre tan rápido, tan encantadoramente veloz, que no puede o no quiere salir. Pero los anuros nadan con ventaja: a ellxs no les importa la corona, el éxito, las metas. La protagonista -gran interpretación de Brenda Santiago- es una nadadora profesional, mitad humana, mitad anfibio, que se anima a decir lo que hoy nadie está diciendo, mientras nada en la nada para patear la muerte, aunque eso genere que le infecten las membranas con cloro como a una planta poderosa se la envenena con agrotóxicos.

A medida que transcurren los minutos, lxs espectadores se dan cuenta de que son muy distintxs a ella. Tal vez porque, de este lado de la existencia, el mercado, el consumo y el descomunal sistema de vida actual enceguece o encandila. Sin embargo, pareciera haber algo que sí se comparte con su especie: la locura puede salvar de la alienación, pero no de la supervivencia. Con su estética siempre tan singular, en esta obra Briski vuelve a provocar emociones y reflexiones que van a permanecer en el cuerpo incluso varios días después de haberse despertado del sueño.

-¿De qué trata la obra?

Norman Briski: -Sobre el hilo es un ensayo sobre la incertidumbre. Una propuesta para darle a la incertidumbre el verdadero valor de su potencia. Porque como diría Bertolt Brecht, “el amor a la incertidumbre puede mover montañas”.

-La obra también es una crítica a la especie humana. ¿Por qué les parece que está "sobre el hilo"?

N.B.: -Por un lado, porque cada día que pasa hay un proyecto del dominio que tiende a que no seamos nadie. A mí me interesa mucho decir “yo soy nadie”. Y por el otro, porque la razón, la masificación que estamos viviendo hoy genera que cuestiones como la inteligencia artificial empiecen a funcionar para tener una “igualdad” de la información, pero no una igualdad de los vínculos. Esa “igualdad” permite una falsa creencia de sociedades justas y eso no es así, porque la información no iguala, la información mata. Por eso, lo que hicimos con Brenda para la experimentación de esta obra fue tomar un ejemplo, un paradigma de otra especie que nos imaginamos que podría tener valores y principios distintos -el rol rechaza el reconocimiento como tal y la alienación del éxito, entre otras cosas- para poder recobrar una inocencia que creemos que se está perdiendo a causa de la paraciencia y la tecnología que hoy nos domina.

-¿Cómo siguió el proceso creativo que hicieron en los ensayos?

Brenda Santiago: -Hicimos mucho trabajo de mesa con el texto y además Norman le agregó cosas de mi vida al rol, como por ejemplo el hecho de que yo también soy nadadora. Norman es un maestro deleuziano, en el sentido de que deja bajar un cuerpo sin códigos, permite decodificar y no tener que utilizar ningún título anticipado para ninguna cosa, porque de lo que se trata es de lo que cada uno hace aparecer. Es un gran maestro también porque no solo respeta eso sino que genera que suceda, que realmente podamos hacer cuerpo en escena y no que seamos máquinas que funcionen. Por eso, a veces este teatro queda fuera del entendimiento de las personas a las que solo les interesa entretenerse, porque a Norman no interesa eso, le interesa proponer otra lógica. Y todo esto fue lo que a mí me permitió apropiarme de la obra: saber que yo también tenía la libertad de inventar a esta especie, y a su vez, que este rol también tenga algo de mi propio animal. La generosidad de Norman para vincularse y para trabajar hace que podamos acercarnos a las cosas para que las podamos atrapar.

-El único rol de la obra lo interpreta una mujer. ¿Qué motivó esa decisión?

N.B.: -De todos mis estudiantes y la gente que trabaja conmigo, Brenda siempre mostró una gran capacidad para vivir en escena. Pero la elección no tiene que ver con el género, porque no elijo a los actores y actrices por eso sino por su intensidad y su potencia. Aun cuando sin duda reivindico todo lo que el género femenino ha sufrido históricamente, genealógicamente, y vea que, de vez en cuando como creo que está pasando ahora, aparecen sociedades que entienden mejor esta discriminación que se da para eliminar determinada causa mágica que necesita el poder. Porque el poder, al menos el que conozco yo, necesita discriminar. Si no, no es poder.

-¿Por qué les resulta importante hacer esta obra hoy?

B.S.: -La lógica humana actual es lo que más nos aleja de nosotros mismos, de nuestra intuición y de nuestra percepción genuina de la vida. Hoy estamos totalmente seducidos por la velocidad, la belleza, el éxito, y tantas otras cosas que todo eso nos amarga, porque la posibilidad de tener todo “ahora”, “ya”, hace que no podamos detenernos, quedarnos en un lugar. Lo que hacemos todo el tiempo es pasar directamente a lo siguiente. Estamos con una necesidad voraz de meternos en el cuerpo todo lo que encontramos para ver qué nos repara, cuando quizá lo más lindo sería ponernos un poco al margen de la catexis ajena. Estamos sometidos a los ideales del sistema, también, y esos ideales no son los nuestros. Esta obra nos muestra que quizá sería mejor ser más animales. Nos preguntamos mucho si estamos yendo o volviendo, pero no nos damos cuenta de que eso no importa, porque siempre estamos yendo. La dirección no es más que un cartel con una flecha. Nos regimos por palabras como pasado o futuro, pero esa medida de tiempo en verdad no existe, porque siempre es “ahora”. El tiempo es una invención y el único pasado es la memoria.

"Sobre el hilo": Viernes a las 21, Teatro Calibán, México 1428, Ciudad de Buenos Aires.