Yo, que he tomado agua en todas las canillas, desde las plazas de Barcelona hasta mis 20 años de pozo en Obligado, ayer compré mi primer dispenser y bidón de agua mineralizada a domicilio. Cuando el muchacho me ofreció entrarme el de 20 litros hasta la cocina sentí en mí toda mi verdad de anciana de barrio que habla de sus dolores de espalda con quien quiera oír, o sola.
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