No me quedó un mango salvo el que reservaba para el pintor, no quería gastar ni salir a comprar, había dos paquetitos de bizcochuelo que vinieron en la mudanza. Improvisé y eso que en la cocina nunca lo hacía. Ah, y le tiré adentro pedazos de una manzana que llegó golpeadita. Quedó riquísimo y mi nuevo horno anda genial. Mañana hago el otro aunque ya cobramos.
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