Idealizo nuestras mínimas conversaciones sobre literatura, olvido sus reproches, su falta de fe en mí. Hasta me parece que me equivoco, que no fueron tan mínimas, que su voz no tenía tanto tanto dolor y verguenza hacia mí. Recalculo su estar siempre, siento que siendo viejas ambas nos hubiéramos entendido mejor.
Leo Apegos feroces de Vivian Gornick y entiendo tanto ese amor-odio entre mujeres. Pero ella nunca quiso llegar a vieja y verme disfrutar tanto de mi vejez ¿la hubiera puesto más mala o la hubiera relajado? Pienso que sólo ella podría haber entendido este cuento o esta novela conmigo. Y de repente me vuelve su desprecio por mis lecturas, todos los secretos que conservé tanto tiempo dentro mío por temor a su mirada, la carrera completa de Letras que empecé al año de su muerte. Empiezo a aprender a hablarle y a escuchar la parte de ella que vive en mí. Y nada más.
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