Yo sigo con mis experimentos en el aula a pesar del poco apoyo de mis colegas y las referencias irónicas a mi "creatividad", mi "desorden", mi poca regularidad en el cumplimiento de "lo pactado".
Me sigue causando grandes placeres el dar a elegir libros y cuentos a los chicos: En 5to año: Todo un trimestre sobre fantástico que queda tan corto, tan pobre y con tantas ganas de meter de todo: hay Cortázar, hay Borges, hay Levrero y pujan por ser elegidos Lovecraf, Poe, y etc, etc.
Dentro de esta unidad, suelo elegir algunos de Silvina Ocampo, dos o tres, de muestra, pero sin lograr contagiar mis fascinación por ella. Hasta que este año vi la luz (o me la mostraron mis alupnas): Les dije que eligieran tres de sus obras completas, cada uno sus tres, sin ponernos de acuerdo: Una chica se leyó los dos tomos que hay en la biblioteca porque le gustó uno tras otro. Otras chicas me decían "no lo entiendo" y al leerlos en voz alta veíamos que lo genial era "no entenderlos" y buscar puntos en común y elementos fantásticos y dudas y más dudas y no hacer fuerza por explicar sino por platear posibilidades. Juro que vi las sonrisas de deslumbramiento que estaba esperando hace rato.
Algunas de nuestras emociones fantásticas compartidas: "El vástago", "Cielo de claraboyas", "El caballo muerto" y hoy, el genial, "Amé dieciocho veces pero recuerdo sólo tres".
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