“Los poemas tienden a volverse mamíferos recoletos que se acostumbran a cambiar sólo de postura dentro de sus madrigueras. Salir les hace bien, no obstante. Desprendidos de esos invernaderos donde vegetan en la connivencia de hermanos de igual carnada, se ven de pronto obligados a vivir cada uno de su combustible propio, y a veces los resultados son sorprendentes: el poema exhibe una vitalidad estimable y unas inesperadas posibilidades de rearticulación (o sea de compatibilidad, de valoración mutua, de complementariedad) con poemas engendrados en otras alcobas”.
Gerardo Deniz
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