domingo, 12 de mayo de 2013

Los muebles de mis viejos en casa

La mesa de dibujo de mami, el placar de los poronguitos del fondo, la cajonera que sostenía la amoladora. 50 años de historia y 30 de mugre.



A la cajonera le arranqué la amoladora de encima (bah, el brazo ejecutor fue mi hermano Leandro, alias Orestes) y ahora está en mi cuarto.


Mi viejo lo usaba para apoyar (estaba empotrada) la máquina de cortar madera (¿o era la moladora? ¿qué es una moladora? ¿eso que arranqué del mueble era una moladora?). Para mí es un necessaire divino lleno de cremas y puntillas.


Al placard-alacena le falta, le falta mucho. Tantos años perdido en el fondo del garage y lleno de pitutitos indescriptibles no se recuperan en un solo día. Sobre todo le falta convencer a mijita de mirarlo con cariño y ayudarme a arreglarlo.


Es un placard de tres cuerpos pero sin puertas. Si mi viejo lo usaba para guardar pindunguitos en el garage, ¿por qué yo no puedo ponerlo de alacena-cristalera en la cocina? (Nunca en mi vida tuve "cristales", hablo de los vasos, las tazas, los platos y las ollas. Es gigante)


Che, será frase muy de vieja chota pero: Los muebles de ahora no son como los de antes.


Primero a los escobazos, después esponjita húmeda, después mucha mucha cera para madera. De última todo se tapa con crochet.





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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...