Me acusé a mí misma de rata acumuladora y ciruja, como siempre, cuando, entrando al Instituto, no pude evitar agarrar tres volúmenes de una mesita en la que había un aliciano cartel que decía "Llévate lo que quieras" como podría decir "Cómeme" o "Bébeme" para entrar al País de las maravillas. Y anduve todo el día con ese peso encima, y a la salida me agarré uno más.
Ahora me arrepiento de haberme flagelado y de no haberme traído más ejemplares. Había varios repetidos de estos y quizás algo más que no me atreví a revolver porque quién mierda me dio esta verguenza de lo mejor de mí.
El libro de Poesías de Antonino Lamberti y la tesis doctoral de Kovacci sobre Guiraldes estaban con las hojas sin separar aún, esperándo mi cuchillito tramontana de hoy desde 1929 y 1959 respectivamente. Un viaje en el tiempo: una máquina que confirma mis mejores ficciones (guiño guiño). Y encima el contenido está bueno, ya me leí el prólogo y unos cuantos poemas de Lamberti a quien me parece que podría apodar el "sandro" o el "arjona de 1900" por ese poema tan erótico desde "la mujer". Y ni hablar de encontrarme ahí un "Paula". Todo es magia.
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