Ahora se me ocurre pensar cómo pude estar de los 17 a los 47 sin tocar una guitarra. Toda la crianza de mis hijes sin hacer música. O cantando a escondidas o para jugar o para dormir. Es verdad. Nunca dejé de hacerlo. Pero "el músico" era el inútil del padre del que había que sostener alguna imagen positiva. O incluso antes mi amor y mi amistad le dejaban ese lugar a él a costa de mi deseo de música, uniendo mi aprendizaje de la guitarra con el maltrato y el fracaso, el solfeo o las partituras de mierda. Y podríamos haber compartido un montón de cosas desde ahí pero el pelotudo jamás me vio como su igual, jamás compartió nada y la música quedó aprisionada en eso. Incluso cuando mijito menor empezó a guitarrear de muy chico a mí jamás se me ocurrió retomar. Fue Rafael el que me dijo "Menos mal que ahora hacés tu música así no me tengo que hacer cargo yo". Jajaja. Re clara.
Y gracias a mis profes de mis 47, la Mechi Magui que, ante mis clases de canto y mi.pedido de que me enseñe teclado, me dijo que vaya con la EMI Piccini a retomar la viola. Y gracias hoy al flamenco que me hace vibrar todos los días con mis maestres Nico Vinazza y Cali Vicente.
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