Leí el libro de Erich Fromm como a los 15 o 16. Era fácil, en ese momento, ser rebelde y entender miedos y ataduras siempre ajenas y/o exteriores.
Ahora es otra cosa: el miedo y la libertad son otra cosa. La libertad, en particular, es un aire inestable que a veces me corre por la espalda, a veces me asfixia, a veces me infla, a veces me hamaca.
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