Primera carretilla del domingo, cirujeada de dos cajas de botellas enfrente, dos mates con tostadas, segunda carretilla, barrida de patio, ropa en remojo, lavada de tachito de basura regalado, tercera carretilla, llenado y ubicado de siete macetitas nomacetitas recicladas. Hoy lo hago montaña.
Dos mates, una carretilla, una lavada de platos, una carretilla, la ropa en remojo, una carretilla, una entrada de feis, una de blog, una carretilla...
Podría victimizarme porque se desmoró el pozo negro en desuso, con fecha anterior a 1954, que estaba en el medio de mi jardín. Pero, después del día de cagazo y angustia, ahora juego a tres cuentos combinados: la Cenicienta que junta cascote por cascote en la vereda del vecino y los trae en carretilla, Aladino que corre las lozas (chapas) del pozo que lo lleva a la cueva de la lámpara y la que tira monedas (cascotes) a la fuente (ya bajó el agua) pidiendo un deseo por cada uno. Muchos deseos, muchas carretillas, mucha ficción real que salva.
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