La otra noche me despertó la Kiki maullando desde la punta de mi cama hacia la puerta de la pieza. Vi un gato desconocido que salía huyendo hacia la ventana abierta de la otra habitación. Meó en mi puerta. No sé si es el mismo, gris, que he visto sentarse a mirarme a través del cerco del fondo.
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