A veces me asusto tanto, tengo tanto miedo... ¿De qué? De que alguien se muera, de que los perros se lastimen en la calle (o en mi lavadero), de caerme, de olvidarme, de hacer sufrir a mis hijes, de que no me quieran (sigo haciendo esta lista tonta para verla y verla y no dejarle su cara de monstruo). Y de repente veo que todo está bien: Simón echado al lado mío, las gatitas durmiendo en sus respectivos almohadones, Rafa que hoy me preguntó si necesitaba ir al baño antes de meterse a bañar, Magdalena que me pide que le lleve el auto y fideos de ayer, Julián que me pregunta a la 1 de la mañana si llegué bien, el último lunes de julio que llega y ya se va y mis plantas rebrotando, expandiéndose, diciéndome la vida es bella.
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