El lunes pasado y el anterior: bolas de acciones, reflexiones e intensidades. Hace dos semanas conocí a Natalia de Remax Bella Vista, agente inmobiliaria que me había estado mandando opciones de compra de casa desde hace meses, pero recién ese lunes nos encontramos en el Coto de José C. Paz (yo no quiero manejar cuando me pongo nerviosa) y ella me planeó un recorrido de 5 visitas desde las 12 del mediodía hasta las 6 de la tarde. José C. Paz hacia Croacia, calle Gelly Obes (la segunda fue y, con todo ya en marcha, puedo decir "MI CASA"), una opción en Del Viso, otra en Villa Rosa y otra en Tierras Verdes, Pilar (descartadas por culis mundis).
Entre la segunda y la tercer casa nos clavamos un chori ella, una bondiola yo, en parrilla de Ruta 8 (ella vive en Parque Alvear y ya me ha contado su vida con su esposa y sus dos mellizos concebidos entre mujeres). Me gusta encontrarle sentido a todas estas conexiones entre lugares y personas que me van llevando hacia lo que siempre deseé tanto.
El lunes pasado iniciamos firmando reserva de casa de Gelly Obes en oficina.
Ahora lo cuento y parece una guevada pero juro que fueron horas, episodios cargados de emoción y angustia a partes iguales. A las 11 vino el plomero mandado por la dueña de esta casa en la que vivo hace 19 años a cambiar termo tanque. Y ese simple episodio doméstico también se significaba entregando agua caliente y ducha relajadora después de tres días sin bañarme.
Los tipos entraron y salieron, pusieron y sacaron, manipularon cosas viejas y nuevas, cuando se fueron a las 4 de la tarde, salí volando (y sin bañarme todavía) hacia mis únicas horas de escuela de ese día. Pero cuando estaba a 10 cuadras de llegar se me cayó el caño de escape, llamé al Chino a ver qué hacía y me dijo que viniera no más así, con el caño colgando de adelnate que "no pasa nada". Cuando iba a cruzar el puentecito de Río Iguazú, se cayó también de atrás. Y el Chino en el teléfono insistiendo en que siguiera. Imposible, así que me puse en cuatro patas a ver cómo sacaba ese coso de abajo del auto, le pedí ayuda a alguien que pasó y así terminamos metiendolo por la puerta (el baúl no abre) y llegué al taller casi entera. El Chino me mandó al chapista de Jujuy, al que no le andaba la alógena, así que me metí en mi casa y mañana será otro día.
Incluso cerrar el auto me produjo un pico de estrés. Al rato el Chino me avisó que el martes él me llevaba el auto para soldar en lo de su hermano. Ya está listo y suena re lindo ahora mi pobre gol.
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