Tengo manía de dar explicaciones. De entregar mis historias de vida, mis conclusiones filosóficas a cualquier. Que ni las pide, ni las agradece e, incuso, alguna vez, las usa en mi contra.
Alguna vez alguien me enseñó que tengo que pagar con narración, lírica y dramática el exceso de emoción, sensación y experiencia del que gozo. Que eso se paga caro, que nunca se deja de justificar una ante les tímides mediocres que nos hacen árbol caído pero sin vocación siquiera de juntar leña.
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