sábado, 27 de enero de 2018

Reimon



Seguimos en CINEART: Me encantó. Está tan bien mostrada la vida silenciosa de la empleada doméstica que cuando inicia la peli no sabés si es una travesti en un bar, una mujer de la calle, un cuerpo queer en medio de departamentos vacíos donde le dejan plata o donde parejitas de jipis universitarios dicen qué barbaridá delante de textos marxistas mientras ella pasa el trapito por los vidrios con toda la onda y les cocina tartas con toda la onda. Toda la película estás esperando el gran conflicto y no lo hay, es eso no más: Ramona (GENIAL EL TÍTULO QUE MUESTRA DESDE DÓNDE SE CUENTAN SIEMPRE LAS HISTORIAS, QUIENES SON LOS QUE TITULAN Y NOMBRAN PORQUE LOS CHETOS NO VAN A LLAMAR A NADIE RAMONA ¿NO? Y ELLA SÍ DICE: "sOY RAMONA")escuchando la música clásica de un patrón o bailando "étnicamente" con otro o recibiendo la ropita de la patrona cool que necesita hacer lugar en el placard. Geniales las escenas de viajes en trenes conurbanenses y la casa con perros y frazadas fieles.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...