sábado, 16 de noviembre de 2013

Chavela

Una de las marcas de infancia de mis hijos e hija fue la verguenza de que yo escuchara a "la vieja borracha". Cerraban los postigos para que no escucharan los vecinos. Magda me gastaba con el "ponme la mano aquí, Maporina" (sic).
El otro día le veo de fondo de celu una foto de Frida Khalo. Ya me había dicho que le gustaba y yo ya había fingido no sentirme orgullosa de sus decisiones y gustos tan cercanos a los de mamita (que hay que dejar espacio a las rebeldías antiparentales). Lo que no pude aguantarme es matarme de risa al ver quién posaba amorosamente, muy joven, al lado de Frida. Le digo a Magda si sabe quién es la otra mujer: "La vieja borracha de joven", le digo. "Noooooooo", me dice, pero le traigo la autobiografía de La Vargas y la devora. Claro, luego de dejarla varios días, o semanas o meses tirada por ahí diciendo que ni en pedo la leía.


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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...