El año pasado había visto La patria fría y no me quería perder la segunda parte de la trilogía. Empecé a recursar, por deporte, Española II y confirmé, en su práctico de los sábados a las 13, que Mariano Saba, además de excelente profe del Siglo de Oro, muestra un plus de formación extraacademia y una onda entre irónica y sarcástica que hacen que una diga "qué bueno escuchar todo lo que este tipo tiene para decir".
Así que el lunes pasado puse en feis propuesta para ir al Teatro del Pueblo a la salida de la reunión de Ubacyt del viernes. Estábamos a seis cuadras, era justo el horario, era perfecto. Al día siguiente de empezar a organizar Saba confiesa que, además de lucirse como autor, justo en esa función va a reemplazar a un compañero en el escenario. Lo que dejó demostrado que la perfección siempre puede un poco más.
A las 20.30 bajamos las escaleras de 25 de mayo (y si doy los detalles es porque amo el marco épico del evento) y caminamos al trote hasta Diagonal Norte con los cupones de descuento y un paquete de glisines en la mano. La sala es chiquita y las butacas de levantan desde el nivel cero del escenario. Nos sentamos con Celia y Juan Manuel en la primera fila, Julia nos sacó una foto que atestigue nuestro buchonismo feliz.
Primero entraron los dos locutores: bigotes, vestimenta y voz impostada para ubicarnos en la década del 30 y dentro de la estación de radio defectuosa y decadente que intentará conservar la producción de radioteatro gauchesco ante el avance de la moda del melodrama.
Después vino la actriz con la boquilla en la mano y los zapatos y las medias y la boca pintada tipo corazón. Después la vieja con la toca y detrás la opa que en un rato se pondrá a cantar "Mentime" y nos dejará a todos boquiabiertos: por la voz, por lo grotesco de la figura maltratada y la vieja que casi le hace de ventrílocuo y por la letra de esa canción y la que sigue, "Cautiva", compuestas por los mismos autores de la obra y que combinan la recreación de los géneros de aquella época con los guiños paródicos a la nuestra.
El guión de la obra que se lee en la emisión de radio es magnífico: La comicidad inicial del tono de voz y la gestualidad de los actores se suma a la historia del gaucho que perdió la oveja y de la hija raptada por el indio angloparlante cuyo desenlace merecería un pormenorizado análisis alegórico que no haré hoy por no arruinarle el final a los que vayan a verla pronto.
Saba hacía del chico que tiene que arreglar la antena que se ha caído, es decir, el que tiene que volver a instalar la budinera en el techo para seguir la transmisión. También es el que se quiere comer a la actriz y es despreciado. Yo hacía de la que aplaude como loca en primera fila y de la que sonríe mucho porque ama estar en ese lugar y con esa gente.
1 comentario:
Qué feliz me hace imaginarte así y ahí...
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