"Por ese entonces, a las órdenes del Perito, investigaban los bordes sutiles de un mundo que les era por completo desconocido, una mezcla de paraíso y purgatorio de piedra que los condenaba al descubrimiento perpetuo, a la búsqueda de lo que nadie sabía que estaba allí, esperándolos, según el Ingeniero, ajeno a ellos, según Víktor. Un trabajo de Sísifo contra el olvido instantáneo de la geografía, porque las fronteras nunca recuerdan lo que son, aunque se las marque con crayones negros y definitivos sobre el candor de un papel. Aquel viaje había sido una pesadilla, no al principio, y no precisamente por la presencia de Víktor, más bien todo lo contrario: gracias a que este alemán se conocía cada árbol y cada recodo a la vera del Futaleufú, se habían salvado."
El lago. Paola Kaufmann. P. 18
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