La encontré muerta debajo del crespón. Tibia, como dormida con los ojos abiertos. No sé qué le pasó, no estaba enferman, solía pelearse con los gatos porque se creía perro y macho pero no la vi lastimada. Mis mascotas suelen ser tan salvajotas que, a veces, tengo que aceptar eso que Rafa llama "parte de la vida", o sea, muerte.
Teníamos con ella mucha historia de abandonos y dueñas de mierda. Las dos sabíamos que acá se podía vivir y morir libremente. Te quiero, Muni.
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