Publiqué ayer estas fotos en feis y la divina de Flor Angulo me dijo que parece un jardín secreto. Y es verdad, además de hermosamente coherente con mis sueños de niña tímida. Les vecines me van podando lo que atraviesa sus tapias de ladrillo tristes y siento que van volcando hacia adentro las ramas amorosas de mi cuadradito verde como cajita de zapatos. El níspero en la pared del fondo, las moreras a ambos costados y con vecinos diferentes, el jazmín enredado por todos lados, la enamorada del muro que me salva de les más forros (del asesinato del álamo ni hablemos que sigo sin dirigirles la palabra a les asesines), la palta que se impuso en medio de la exhuerta y se quedará ahí aunque aullen en contra, el álamo joven que esquivó la cortadora de pasto y los helechos y ya parece que queda allá en la esquina del fondo, las dos enredaderas nuevas (una comprada, la otra de gajo) que ya tapan pared total y este fin de verano quizás florezcan por primera vez: una bignonia naranja y otra rosada.
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