lunes, 28 de enero de 2019

El escándalo de El occiso y publicaciones póstumas


BRÚJULA

El occiso: un clásico oculto de María Virginia Estenssoro


Dum Dum editora anuncia una nueva entrega de este compendio de tres relatos de Estenssoro publicados por primera vez en 1937. Estará disponible a partir de mayo

María Virginia era una mujer de voz profunda y varonil que gustaba de desafiar a la sociedad conservadora de su época

ANTEAYER A LAS 04:00 HS

María Virginia Estenssoro tenía 34 años cuando publicó en 1937 su primer libro, El occiso, un volumen de tres relatos dedicado a la memoria de Enrique Ruiz Barragán, su compañero que acababa de morir de manera trágica.
El occiso se agotó casi de inmediato, pero no por razones literarias: la clase alta de La Paz quedó profundamente escandalizada por un libro que hablaba de una relación amorosa fuera del matrimonio y del aborto voluntario de la narradora, y que se leyó como si se tratara del testimonio autobiográfico de María Virginia Estenssoro. El occiso tuvo una reimpresión en 1971, y desde entonces pasó a habitar durante décadas una suerte de limbo: la crítica reconoce que este libro es clave para entender el movimiento vanguardista en Bolivia, pero no se lo encuentra en librerías.
Por eso es que, después de varios trámites para contactar a la familia de la autora en Brasil, estamos felices de anunciar con Dum Dum editora una nueva edición que estará disponible a partir de mayo, con un estudio introductorio de Mary Carmen Molina Ergueta y nuevo material de archivo.
Nacida en La Paz en 1903, Estenssoro fue una mujer muy culta, de porte imponente y audaz, que se casó a los 26 años con un hombre del que se comentaba que era un noble europeo, y con quien recorrió el mundo durante varios años. Tiempo después regresó a Bolivia divorciada y con un hijo, y se convirtió en columnista de diferentes medios y profesora de francés y de historia de la música en el Conservatorio Nacional. Su presencia, dicen los que la conocían, no pasaba desapercibida: era “un volcán en erupción”, una mujer de voz profunda y varonil que gustaba de desafiar a la sociedad conservadora de su época, que fumaba en público cuando pocas mujeres se atrevían a hacerlo y que usaba un maquillaje pronunciado. A su regreso a Bolivia empezó una relación con Ruiz Barragán que duró aproximadamente de 1933 a 1936. Tras la muerte de Ruiz Barragán se casó con el escultor Andrés Cusicanqui.
El occiso es un libro misterioso e inclasificable; mientras que El cascote y El hijo que nunca fue… tienen una estructura más reconocible de cuento (aunque son adelantados en su retrato de una mujer que no se arrepiente de su relación con un hombre casado, y que luego es capaz de abortar al hijo de este), el primer texto, El occiso, no se parece a nada que se hubiera hecho antes en Bolivia: como señala Eduardo Mitre, sus pá- rrafos brevísimos similares a versículos bíblicos y su cadencia lo acercan a la poesía, y su temática metafísica y ontológica lo distinguen de la literatura realista social.
El occiso comienza con una paradoja, un hombre que “despertó muerto” en su ataúd: “Era el occiso, el difunto pálido, el extinto lívido”. El occiso estaba atrapado no solo en su tumba, sino en una nueva realidad espacio-temporal: “El hombre resurgía en el muerto, y so- ñaba como hombre que fue, no como larva que era, como fantasma que nacía”. Hay algo caníbal en el texto de Estenssoro, un regodeo febril en esa carne asolada por las lombrices, como si a través de la escritura pudiera convocar el cuerpo del amado y devorarlo hasta la médula. De hecho, el gusano que chupa “el único cuajo de sangre que quedaba” del occiso le arranca una última sensación erótica antes de su transición a su nueva realidad como fantasma: “Y el grito del occiso al terminar, fue un grito de espasmo, una convulsión de placer. Fue como la postrera eyaculación”. La escritura de Estenssoro evoca paisajes tenebrosos, surrealistas y de gran belleza: el occiso, convertido en niebla, atraviesa “países melancólicos y espeluznantes, con arborescencias fosfóricas y fúnebres, con florescencias monstruosas”.
El siguiente cuento, El cascote, regresa a un plano material en el que la mujer debe encarar el duelo y la ausencia en una sociedad que condenaba la relación: “saber que él también tenía, allí cerca, en otra casa tal vez próxima, su mujer y sus hijos (…). Haber esgrimido en los salones la ironía, la sonrisa, el elogio; (…) tener él un prestigio de cínico, tener ella una aureola de maldad”. María Virginia Estenssoro, artista en un medio estrecho de miras, iba rodeada de esa misma “aureola de maldad”, tachada de licenciosa por haber transgredido con su escritura el papel doméstico de la mujer y por haber hablado de temas tabú para su sociedad y su clase. En El hijo que nunca fue… la narradora decide abortar al hijo producto de su relación con el amante fallecido; lo que se requiere para tomar la decisión de “acuchillarse las entrañas y asesinar su propia vida” es un valor “grandioso e infernal”.
Según Virginia Ayllón y Cecilia Olivares, “es en este texto donde se plantean ideas muy cercanas a lo que después se denominará ‘el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo’”. El encarcelamiento de su hijo Guido Vallentsits, que se unió a la guerrilla del Che Guevara, hizo que Estenssoro se distanciara para siempre de Bolivia: se quedó a vivir en San Pablo hasta su muerte en 1970. La persecución política de su hijo la afectó enormemente y la llevó a renegar por completo de su vida anterior, que ella misma describió como “egoísta, parasitaria, indiferente a los grandes problemas de los humanos”. Después del escándalo de El occiso no volvió a publicar otro libro en vida, pero sus hijos dieron a conocer póstumamente cuatro tomos con sus cuentos, poemas y otros textos inéditos.


Tomado de http://eldeber.com.bo/brujula/El-occiso-un-clasico-oculto-de-Maria-Virginia-Estenssoro-20190125-7218.html?fbclid=IwAR1qXdOdhHVHI931Daiey_5AMyjd4XQ5jqAJq0nwbxUrAJ04LKilagw74-M

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