Domingo 4 de noviembre de 2012
Diario Perfil
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Buenos Aires, 04 de noviembre de 2012 - Ahora está de moda hablar muy bien de Néstor Kirchner para poder vituperar a su viuda. Es lo que cunde. Según este nuevo revisionismo, la tragedia empezó el 27 de octubre de 2010 cuando murió Kirchner, en Santa Cruz.
Desde entonces, se alega, se ha desnaturalizado la obra de Kirchner. Pero el Gobierno acaba de producir un hecho valioso para cronistas e historiadores. Firmado por el Frente para la Victoria, publicó el sábado 27 de octubre anuncios en esa prensa que sus corifeos denominan “opositora” y “destituyente”, PERFIL, La Nación y Clarín, medios a los que los funcionarios no atienden, ignoran o fulminan con sus insultos. Días atrás, por ejemplo, Amado Boudou les pidió a PERFIL, La Nación y Clarín “que se dejen de hincharle las pelotas”. Textual.
El aviso del Frente para la Victoria era irremediablemente rústico y conceptualmente indigente. Su factura era de un primitivismo asombroso, escrito todo en mayúsculas, esa forma de gritar a la que apelan los ignorantes, imaginando que sólo así se les comprenderá lo que barruntan. Fueron 178 palabras, desplegadas en siete oraciones inclementemente pedregosas, de una sintaxis escuálida. No es esto lo más importante, sin embargo. El aviso condensó en siete conceptos el legado que el Gobierno pretende sacralizar como herencia del santacruceño. Rastrillarlo con ánimo indagador revela su escasa consistencia y, sobre todo, su pobre verosimilitud.
El Gobierno asegura que Kirchner fue “capaz de plantarse ante el Fondo Monetario”. Curiosa manera de ponerse de pie: sacó la billetera nacional y obló casi 10 mil millones de dólares que el FMI no reclamaba y cuya tasa de interés era bajísima, comparada con tramos pesados de la deuda. No “se plantó”; pagó una suma desorbitada y al contado, sólo para abonar su leyenda de indómito peleador solitario.
El panegírico agrega que, con Kirchner, se puso en vigencia un “nuevo modo de hacer política”. No explica en qué consiste, pero es bueno evocar que arrancó con la deglución del político derechista Eduardo Lorenzo Borocotó, cuyo apellido renominó para siempre el léxico político: donde antes se decía que una persona que saltaba de una trinchera a la otra en la oscuridad era un tránsfuga, luego se dijo que se “borocotizaba”. ¿“Nuevo modo”? Veamos: Gildo Insfran, José Alperovich, Raúl Othacehé, José Luis Gioja. Si esto resume el “nuevo modo”, ¿cómo habría sido el viejo modo?
El tercer adagio embelesado para el señor K es que, “gracias a él”, en la Argentina floreció una juventud “llena de entusiasmo”. La idea oficial es que desde 1983 hasta 2003 nunca hubo entusiasmo en las jóvenes generaciones. No hubo celebraciones por la paz con Chile en 1984, tampoco con la sentencia contra las juntas militares en 1985, del mismo modo que faltó entusiasmo para defender la democracia contra los motines militares de los carapintada fascistoides en 1986 y 1987, ni cuando el gobierno de Menem eliminó el servicio militar obligatorio, en 1994. El “entusiasmo” nació con Kirchner, y la militancia juvenil entre 1983 y 2003 nunca se interesó por el “destino colectivo”.
El cuarto mandamiento del ¡Gracias Néstor! hace foco en lo que los núcleos más ideologizados reclaman como obra principal del ex presidente, su supuesta actitud “inclaudicable por la memoria y los derechos humanos”. Efectivamente, en 2003 la nueva Corte Suprema de Justicia declaró imprescriptibles los delitos llamados “de lesa humanidad”, del mismo modo que calificó de “inconstitucionales” la ley (mal) llamada de “punto final” de 1986 así como la de Obediencia Debida de 1987.
Contemporáneamente el Congreso Nacional declaró nulas esas leyes mediante la ley 25.779. La ley 23.492 de Punto Final fue promulgada el 24 de diciembre de 1986 por el presidente Raúl Alfonsín y estableció que, transcurrido un período determinado, “se extinguirá la acción penal contra toda persona que hubiere cometido delitos vinculados a la instauración de formas violentas de acción política hasta el 10 de diciembre de 1983”. Quedaban fuera de esa limitación los secuestros de bebés hijos de detenidas-desaparecidas nacidos en centros clandestinos de detención. La ley 23.521 (de Obediencia Debida) fue firmada por Alfonsín el 4 de junio de 1987. El 12 de agosto de 2003, la Cámara de Diputados declaró “insanablemente nulas” ambas leyes. El Senado convirtió esto en ley el 20 de agosto de 2003. Kirchner la promulgó el 2 de septiembre de 2003. Dos años después, el 14 de junio de 2005, la Corte Suprema declaró inconstitucionales dichas leyes ya abrogadas por el Congreso, tras lo cual se reanudaron los juicios contra centenares de imputados, interrumpidos en 1986. A las pocas horas, el 15 de junio de 2005, Alfonsín apoyó esa decisión: “La democracia está definitivamente consolidada en la Argentina”, dijo, pero advirtió que “es fundamental comprender en este momento que la Justicia no puede significar la venganza de la sociedad”. Además, recordó que el tema “sufre aún de una evidente renguera” a raíz de que permanecen “incólumes los indultos aplicados por el presidente Carlos Menem”. El kirchnerismo nunca canceló los indultos del menemismo a Jorge Videla, Emilio Massera y otros. El texto completo de ese aval de Alfonsín es una pieza de enorme valor (http://www.infobae.com/notas/190156-Ahora-Alfonsin-elogia-el-fallo-contra-las-leyes-del-perdon.html). En 2007, la Corte Suprema reveló que eran 289 las causas en pie, unos mil procesos iniciados y 556 personas encausadas, sospechadas de culpabilidad acreditada por semiplena prueba. El supuestamente inclaudicable Kirchner no lo fue tanto. Peronista como Menem, no deshizo los indultos de 1989 y 1990, y tampoco mandó investigar los crímenes de la Triple A durante los gobiernos justicialistas de 1973 a 1976, que dejaron un saldo de centenares de muertos y desaparecidos.
Quinta bendición: calificar la confiscación de los fondos en manos de las AFJP como “reestatización” del sistema previsional, es una perfecta falsedad. El sistema previsional era estatal en 2003 y lo que Kirchner hizo fue quedarse con el dinero administrado por empresas del sector privado complementario, para sumar todo en una monstruosa Anses que hoy se maneja al servicio de la política del Gobierno. A eso lo denominan ampliación de “derechos y garantías para todos los argentinos”.
La sexta es cachonda, no amerita detenerse: el Gobierno de Kirchner “democratizó los medios de comunicación”. La séptima es enternecedora: Kirchner “se atrevió a soñar”. En suma, 178 palabras flojas de verdades.
© pepe eliaschev
Publicado en Diario Perfil
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