viernes, 18 de marzo de 2011
Cuerpos
CUERPOS EN LA POESIA ARGENTINA
Por Javier Galarza
Tomado de http://javiergalarzants.blogspot.com/2009/06/cuerpos-en-la-poesia-argentina.html
"Cuántos cansados de mentir se suicidan en cualquier verdad"
Antonio Porchia
Estas líneas surgen de un juego en clase, en mi estimado grupo de investigación literaria de los miércoles, donde la palabra cuerpo no pretende ser aplicada según la utilización de Spinoza o Deleuze.
Se intenta apenas pensar en algunos de los máximos referentes de la poesía argentina y su consecuente interacción. Sin verdades absolutas ni relativismos en boga. Abriendo pequeñas reflexiones para que sean completadas o refutadas, da igual.
Pero abriendo.
Pero pensando.
INTRO
Para partir de algún lugar (de todo lugar hay que partir) , pensamos a Pizarnik como el cuerpo suicidado.
A Fijman como el cuerpo marginado.
A Bustos como el cuerpo desaparecido.
A Urondo como el cuerpo revolucionario.
A Juan L. Ortiz como el cuerpo místico (Natalia Litvinova lo llama el no cuerpo, aludiendo a la fusión del poeta con el paisaje).
A Viel Temperley como el cuerpo presente.
A Nestor Perlongher como el cuerpo transgresor.
Los pensamos para aprender a deshacernos de estas calificaciones.
Para palpar el error o el acierto.
JUANELE
«Abierto es el hablar del ateo, o, más, de aquel que reservando al dios su lugar absolutamente vacío, percibe». Esa percepción que Juan L. Ortiz entendió como pocos. ¿Qué le decía ese paisaje, en apariencia principal «argumento» de su obra? Contrariamente a toda manifestación naturalista o re-presentación, no es ese paisaje la presencia tácita, lo que exhausta de no decirse? Sí, mi amiga, estamos bien, pero tiemblo / a pesar de esas llamas dulces contra junio…¿No está a cada paso insinuándonos lo indecible de esos bosques, del heracliteo fluir del río, de la tristeza inlocalizable del ocaso? Cómo, si no, esa sobre-presencia, o casi, que aún de lo invisible, /obsede, se aseguraría, / el centro de la media tarde misma, / sobre qué olvido? / Lo lejano en lo más próximo. El paisaje cotidiano narrado desde la extrañeza, la percepción pura, la desprotección tornada hacia lo abierto, el «yo es otro» del simbolismo de las correspondencias simbolistas. Mas amigo, qué otro infinito, allá, podría repetirme / y aun desdecirme /en el juego con un confín / que no sería / confín? «El poeta, un místico, una mujer, muestran de tal modo, en esa elección del resguardo en la desprotección, de un fundamento sin fondo, la región ideal donde el hablar presenta su acuerdo con el goce de un Todo que se apoya sobre la Nada». El poema El Río propone un interesante cambio en las preposiciones. Entre el primer y el segundo verso el poeta frente al río pasa a hablar desde el río. Esta inversión en las preposiciones fue subrayada por la licenciada Miriam Berkovich durante una lectura de Heidegger. Cuándo, cuándo, mi amiga, junto a las mismas bailarinas del fuego, / cuándo, cuándo, el amor no tendrá frío?
*Las citas entre comillas pertenecen al psicoanalista Gerard Pommier en variaciones sobre el pensamiento de Rilke y Heidegger
NESTOR PERLONGHER
La poesía de Perlongher emerge en los ochenta a contrapelo de las escuelas imperantes y aún sigue fascinando y molestando por igual.
Travestismo, militancia en el frente de liberación homosexual, parodia de todo poder (Canción de los nazis en Baviera) y hasta la religión del Santo Daime conforman un cuerpo que deja la barrosa huella de su paso.
Durante su enfermedad terminal, Perlongher escribe otro estupendo poema llamado El mal de sí: Detente muerte... Y da aún lugar para renovar su apuesta poética: No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele. /Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas / lo que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera. La sobrenaturaleza que pedía Lezama Lima ya había logrado su aquelarre semiótico en Abisinia Exibar o en El cadáver de la nación. Pero esta sobreapuesta en El chorreo de las iluminaciones da lugar a poemas como el estremecedor Canción de la muerte en bicicleta: Ahora que me estoy muriendo / Ahora que me estoy muriendo. Estribillo que podría ser entendido hasta por un objetivista recalcitrante. ¿El antitotalitarismo como la apertura del discurso?. ¿Desmesura del cuerpo tornando la apolínea queja melancólica en bacanal dionisíaca?
VIEL TEMPERLEY
Pero una liebre un pájaro una perra / me miraron a los ojos al corazón al sexo/ como creo que sólo me miró también el mar / una madrugada de verano en que vagaba /con una pistola en el puño sin tener donde afeitarme escribe Héctor Viel Temperley en Legión extranjera. Dueño de una poesía de cuerpo presente: la masculinidad, el nadador, el hombre que se desnuda bajo las estrellas del invierno; Viel Temperley avanzó silenciosamente hacia su mito.
Pronto vendrá Crawl (1982) con su estribillo Vengo de comulgar y estoy en éxtasis y un final no menos sugerente: En confines de tinta/ Me sacaba del odio.
Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: mi cuerpo. Por lo tanto, también en el autor el cuerpo es pregunta y desafío. Al año siguiente aparece Hospital Británico y comienza la leyenda. Un libro escrito durante la convalecencia de una operación de cerebro, calificado por el autor como esquirlas, donde los textos de toda su obra retornan proféticamente en la confusa luz del final. El cuerpo del nadador atraviesa toda su obra. Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada. Brazada a brazada hasta que su poesía atraviese el tiempo y los espacios para encontrar al fin los lectores que merece.
PACO URONDO
Mi confianza se apoya en el profundo desprecio / por este mundo desgraciado. Le daré/ la vida para que nada pueda seguir como está. Amor, aventura, coloquialismo, inserción del tango; Urondo vivió una vida peligrosa que él mismo eligió donde no vale la pena / morir por ninguna causa; / siento repugnancia o alivio. Su poética utiliza formas diferentes, de la lírica inicial al coloquialismo con diversas estaciones de por medio. (El poema Arijon y el libro Adolecer son ejemplo de ello). Puede entenderse el gesto de Urondo como un todo revolucionario, no libre de épica. ¿Un cuerpo de acto cancelando la rumiante inacción de la duda? Si ustedes lo permiten, / prefiero seguir viviendo. / Sin jactancias puedo decir /que la vida es lo mejor que conozco.
Volveremos sobre estos temas hacia el final de la nota.
ALEJANDRA PIZARNIK
Hablo del lugar donde se forman los cuerpos poéticos como una cesta llena de cadáveres de niñas- escribe Alejandra Pizarnik. Esos cuerpos podrían ser la náufraga, la muchacha, el maniquí desnudo, la dama pequeñísima. Es decir, los sujetos textuales que la poeta pone a jugar en el poema.
El cuerpo suicidado mide la brecha entre la demanda y la imposibilidad de satisfacerla. Siguiendo una cita de Simone Weil en los diarios de la autora el drama es que tener hambre y comer son operaciones diferentes.
El poeta en la estirpe de Rimbaud concibe la revolución en términos absolutos: es la vida lo que hay que cambiar. Como escribe Artaud: la vida está enferma. Desde este punto la poeta pregunta para qué ojos si aún no hay qué mirar.
MIGUEL ANGEL BUSTOS
Miguel Angel Bustos suena profético. Pero no pretendemos hacer una lectura tendenciosa ni facilista. Puede leerse de ese modo, tal como se lee a Rimbaud, cerca del cual intuimos su filiación literaria. Durante el encuentro surgen alusiones al formalismo ruso, junto al tema de la muerte del autor, textos de Barthes y Foucault. Preguntamos si no sería cinismo o mala intención política leer a estos autores deshistorializándolos o fuera de contexto.
El cuerpo desaparecido dice por ausencia. Es otra forma de estar presente. Otra forma de decir.
Tuve que morir volver a ustedes escribe el poeta y cuesta separar esos versos de la desaparición física del poeta, el silencio posterior sobre su obra y la reciente reedición. ¿Cómo leemos versos como quiero probar un cuerpo que no muera que no olvide. O caeré como un ángel de hierro con cien muertos en las alas?
El filósofo Alain Badiou contrapone la Anábasis de Saint John Perse a la Anábasis de Paul Celan. Compara la lírica con reminiscencias colonialistas de Perse con el texto atravesado por el siglo XX en Celan. Bustos, como Celan o Kafka, es un artista tocado por el siglo XX. De este lado del mundo. Con categorías de pensamiento propias. Bien lo supo el poeta cuando partió por Latinoamérica para elaborar su cosmogonía. Entre los poemas que permanecían inéditos hasta la edición de su obra completa, leemos el primer poema de la serie El ángel de la anunciación:
Mi patria va muda / oh mi tierra no quiero que estés sola / pero qué hago con mi ángel de la muerte. / Pasea conmigo / lee conmigo /ama lo que amo/ duerme a mi lado. / Si me quieres así / con las alas oscuras / seguiré cantando. /Y cuando vivas / te llevarás mi ángel / me iré en tu cuerpo.
JACOBO FIJMAN
No hay cosa peor que amar el cuerpo- le dijo Jacobo Fijman a Juan Jacobo Bajarlía. En el pensamiento del poeta, el cuerpo se pierde en el amor o la exaltación de la materia. Los molinos de imágenes, caminos sin puntos de vista. / Ahora vivo detrás de mí. Remarcamos un hecho: Al poeta Jacobo Fijman, le fue prohibida la entrada a la Biblioteca Nacional. Pasó sus días en el Hospital Borda (seguramente no tenía otro lugar donde ir). Luego de su muerte, la Biblioteca recupera su cuerpo, expulsado en vida, en forma de libro, higiénico y políticamente correcto. Ahora sí, apto para el consumo capitalista. Toda mi carne mortal recoge la blanca limosna del misterio.
Subrayamos otro verso de Fijman: Yo quería jugar...
...Bajo a mi oscuridad, y avanzo entre mis brazos con una estrella niña...
Fijman atraviesa cada libro de su obra en un peregrinaje místico que culminará con Estrella de la mañana y los poemas póstumos. El itinerario del despojo.
El cuerpo marginado de quien ya ha renegado del mundo, de quién es negado porque su sola presencia acusa, remuerde, recuerda al ciudadano medio cuanto le cuesta desprenderse de eso tan poco que tampoco tiene. Viene mi carne allende las transparencias /Rodeo la luz fresca.
¿Su Gramática de estrellas fijas, quizás?
Animos de pavor yacen en mis profundas soledades./ No es el mismo silencio, no es la misma estrella.
PREGUNTAS E INTERACCIONES
FINAL ABIERTO
Pero hay interacción entre estos cuerpos. Bustos conoce a Pizarnik. Luego de un intento de suicidio conoce a Jacobo Fijman en el Borda. Se encuentra con Paco Urondo. Paco Urondo, a su vez, viaja a conocer y reportear a Juan L. Ortiz. Escribe Arijon, estupendo poema contemplativo en la línea del entrerriano. Juanele nunca deja de ser un hombre comprometido con la revolución y su viaje a la China maoista es un acontecimiento que incide en su visión del hombre y el mundo (Nacen los formidables poemas de EL JUNCO Y LA CORRIENTE). ¿Puede calificarse de suicida el gesto de Urondo al ingerir una cápsula de cianuro para no delatar a sus compañeros? ¿No suena profético o visionario el mismo Urondo cuando escribe en Algo: con tu muerte / vendrá una nueva / y desconocida vergüenza? ¿Resulta paradójico pensar que la etérea poesía de Juan L. Ortiz conforma un tomo de más de mil páginas y un kilo y medio de peso? ¿No logra Alejandra Pizarnik un registro porno en el poema Sala de psicopatología que el neobarroco jamás llevó tan lejos? Pizarnik parece ajena a cualquier revolución hasta que escribe: La noche soy yo y hemos perdido. / Así hablo yo, cobardes. / La noche ha caído y ya se ha pensado en todo. Hay mayor golpe que la voz de Juan L. Ortiz diciéndole a sus colegas que no se cobijen pues la poesía es la intemperie sin fin o escribiendo tras la muerte de García Lorca oh poetas en la noche estúpida y cobarde? Perlongher durante su enfermedad escribe un impensado homenaje a Viel Temperley, en el poema Estaño espanto: gemidos del doble en el rincón / que no se ve de el hospital / (británico). ¿No es revolucionario Fijman cuando se abraza a un policía y se presenta diciendo: Yo soy el Cristo rojo?
Hemos elegido a estos poetas, afortunadamente faltan muchos otros para completar un pensamiento más amplio sobre la poesía argentina.
Bueno, queremos concluir estos apuntes con un poema que remarcó la licenciada Analía Vanoli, cuando un lunes nos hallábamos en esos menesteres de pensar el ser. Es del gran Edgar Bayley, contra todo congelamiento en el lenguaje. Para no morir en cualquier verdad.
A SER OTRO
he venido a ser otro
a ser el mismo
a entrar salir a estar despierto
no quiero eternizarme en una cara
en un traspié canal en un cuidado
he venido a ser otro
a convertirme
en cal en hoy en calle
en mi enemigo
he venido a mezclarme
a estar parado
a darme a ser a no mirarme
a no decir ya está he terminado
he venido a estar a empobrecerme
a seguir con mi apuesta
entre los hombres
he venido a morir o no morir
enamorado
a partirme en cielotierra
entre dos pasos
habitando el desamor o la alabanza
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Lunes por la madrugada...
Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...
que sonríe cómplice de amor...
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