¿Cómo se puede escribir con tanta belleza? Tan simple, tan tierno, tan armoniosamente perfecto. Una pena no tener hombre a quien dedicárselo. Una alegría tener amigas que cuando una las llama a llanto en cuello, te regalen estas cosas.
Carta II
(De Poemas de amor, 1957)
Estás lejos y al sur
allí no son las cuatro.
Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
–estoy pensando en ti no en quienes buscan
a tu lado lo mismo que yo quiero–.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
tal vez media
no sé.
Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.
Iré a cenar
es claro.
Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser
la sola única cosa
que me importa en el mundo.
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